Las autoridades cubanas quieren controlar a Descemer Bueno

Es lógico que los gobernantes cubanos, tras casi seis décadas de imponerle a la sociedad sus reglas de juego, no se adapten a la idea de que algo se mueva en la Isla al margen de su control omnímodo. Esa sería la causa principal del odio enfermizo que experimentan hacia las relaciones de mercado.

La animadversión que sienten por el mercado se manifiesta fundamentalmente en la esfera de la economía, con el tope de precios que extienden incluso a actividades no estatales. Sin embargo, por estos días las diatribas contra el mercado parecen haberse trasladado al sector de la cultura.

Las autoridades culturales siempre han estigmatizado las prácticas artísticas que, de acuerdo con el punto de vista oficial, le hacen "concesiones" al mercado. Es decir, aquellas que se guían, en primer término, por el gusto de los consumidores del producto cultural, y en consecuencia les brindan mayores ingresos a los creadores. Aquí podríamos incluir, entre otros, al reguetón, algunos espectáculos musicales que se ofrecen en determinados centros turísticos, así como la literatura que indaga en los sitios más oscuros o problemáticos de la realidad nacional.
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