EJERCICIO DE MEMORIA

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Cuando supe que hay moros y judíos,
ladrones y rameras
en las ramas doradas de mi árbol genealógico,
salí feliz cantando por las calles…

Entre los espaciosos espacios de la memoria habita el olvido. Cada vez invade más ángulos, que va dejando en penumbra. A veces un destello fugaz ilumina esos rincones y, de la nada, se nos hace presente una realidad casi perdida.
Fue un fulgor vivificador de esos lo que trajo a mi presencia estos versos de mi hermano, que murió hace ya catorce años. Me rebelo contra el olvido. Sé que es lucha inútil, pero no me he de rendir. Por eso, porque quiero ser fedatario de lo que fue y tuvo valor, os dejo aquí completo el poema, que bien esboza el perfil de quien lo escribió:

 Y la gente me abrazaba de júbilo:

como a un recién nacido me besaban.

  • “Se parece a nosotros,
    todito se parece.
    Este sí que es un hombre pura sangre”.
    Alguien, no obstante,
    gritó a mi lado: “¡Chusma!”,
    y alguno invocó el orden público
    en nombre de las buenas maneras.
    Pero hubo fiesta grande en los prostíbulos,
    y en las tabernas suburbanas y en las cárceles.
    Y en la intemperie; también en la intemperie
    lo celebraron vagabundos.
    ¡Qué Belén fue mi pueblo!
    ¡Qué Navidad radiante la fiesta de mi vida
    común y callejera!
    Regalé el portafolios y los guantes,
    me logré una mochila
    y comencé a correr este mundo tan mío
    de espaldas a mi torre de marfil,
    desbaratada.

……….
Nota: Mi hermano era cura. Cuando escribió este poema tenía sesenta y dos años.

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