Del derecho a decidir y el deber de asumir la paternidad
Recientemente un buen amigo, ante la noticia de que seré padre nuevamente, me preguntó extrañado si el embarazo era resultado de una decisión o de un "accidente". Haré pública mi respuesta porque pienso que nos hemos deshumanizado al respecto:
Desde niño seguí la receta al pie de
Desde niño seguí la receta al pie de
la letra: estudia para que tengas más herramientas para crecer, se respetuoso de las leyes, trabaja duro, no tengas hijos tan joven. Me gradué y tuve el honor de solicitar los títulos; he trabajado durante años y cuando llegó el momento de traer al mundo a mis hijos colapsa nuestro país, Venezuela.
No son mis hijos los que pagarán los platos rotos; tienen el derecho de nacer y yo de ser padre. ¿Que no es el mejor momento? ¿El momento de quién? Si ahora es que estamos mi esposa y yo en la
plena madurez física y emocional para tener a nuestros hijos.
¿De qué me servirá traerlos cuando esto "se arregle" o cuando en vez de decirme papá me llamen abuelo?
¿De qué me servirá traerlos cuando esto "se arregle" o cuando en vez de decirme papá me llamen abuelo?
Un bebé es una bendición, una luz que engrandece el espíritu del Padre; es la reafirmación del amor, la expansión del alma. Un bebé es la renovación de los votos de amor y la asunción del compromiso de crecer y multiplicarnos. Por eso recibo este bebé con amor como la
bendición que es; más aún ante la adversidad, porque juntos, de la mano del Padre Creador saldremos triunfantes de toda dificultad. Solo acepto bendiciones porque un bebé es un regalo de Dios y no una calamidad. ¡Gracias Padre amado!
Cumaná, 19 de mayo de 2019.
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