Reflexiones: Carta al Presidente de Venezuela - Nicolás Maduro Moros

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Apropósito de que hoy se cumple un año de aquellas contundentes y multitudinarias protestas iniciadas por miles de estudiantes, a los que posteriormente fueron incorporándose miles de ciudadanos de distintos sectores, quiero hoy compartirles una especie de carta que escribí el 19 de abril del año pasado al finalizar el primer día de protesta, carta dirigida al Presidente Nicolás Maduro, carta que nunca me atreví a publicar, hasta hoy... Y es que el mundo entero ha presenciado anonadado todos los sucesos que han ocurrido desde entonces en Venezuela desde que, aquel día, nuevamente un grupo de jóvenes estudiantes se lanzaban a la protesta, y sin temer a la suerte, ni a la tortura, ni a la cárcel, denunciaban una vez más al mundo, los crímenes y atropellos a la libertad.

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Carta al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro Moros

I

Que abandone Ud. El Poder es la frase que palpita en todos los labios, es el sentimiento nacional que anima y que esperanza a todos los corazones venezolanos.

El país está cansado de su despotismo, el pueblo se encuentra avergonzado de tanta humillación, y se subleva tímidamente ante tanto descaro. El comerciante pacifico, el obrero sumiso, el tímido agricultor; y lo que es más, la mujer venezolana, todos unen su protesta al estudiante altivo y consciente que señala sin miedo el sendero de la libertad. Pero todo esto no es suficiente para herir su coraza de tirano. A Ud., ni le amedrentan sus iras; porque Ud., está rodeado de pretorianos bien pagados para que defiendan todas sus iniquidades y ejecuten todos sus crímenes. Si, Sr. Presidente, Ud. tiene sobrada razón para reírse de nuestra protesta, porque ella no va respaldada por ametralladoras. Los Déspotas de todas las épocas han hecho caso omiso de las palabras y no temen al pensamiento libre que desde la prensa pública, la hoja volante y el discurso denuncian a la civilización los atropellos de la tiranía, sembrando tras ellos el odio y el desprestigio de los cuales al fin son víctimas propiciatorias.

Los tiranos solo temen a la acción armada, y Ud. vive convencido de que carece de enemigos capaces de convulsionar el país arrebatándole a Ud. el mando por la fuerza, castigando sus infamias y levantando la moral de la República, hacerla digna de su gloriosa epopeya y del sacrificio de nuestros héroes. Porque todo lo grande que tuvo Venezuela yace olvidado bajo el polvo de la tumba…

Yo, humilde ciudadano de esa patria que Ud. flagela, desespero saber hasta dónde lo llevará su ceguedad y su ambición de mando. Ha llegado, pues, una vez más la hora de poner a prueba ese patriotismo que Ud. tanto decanta y de que hacen mayor elogio sus amigos Diosdado Cabello y Vladimir Padrino.

Si Ud. tiene un poco de amor por la patria debe darlo a conocer ahora mismo presentando su renuncia, dejando al pueblo libre en el uso de sus derechos civiles y políticos; pero su renuncia debe ser absoluta, categórica, honrada, y no una farsa para pretender nombrar a un sucesor y decretar el continuismo de su legado de infamia.

El pueblo de Venezuela, generoso y olvidadizo como en todas las épocas, respetaría su vida y sus intereses habidos dentro del seno de la ley y Ud. por este acto de civismo que evitaría más calamidad, merecería el bien de la patria.

II

Abra los ojos, Sr. Presidente, usted está rodeado de muy graves peligros y de grandes enemigos. Si usted tuviese siquiera a su lado un amigo leal, le aconsejaría la renuncia inmediata del poder, dándole una forma que aligere ese enorme fardo de responsabilidades que pesa sobre sus hombros.

Un mundo de calamidades que usted ni se imagina y que no es capaz de prever se aproxima, y si no actúa hábilmente con el desinterés y el patriotismo que reclaman las circunstancias; con el talento y discreción debidos a la magnitud del peligro que usted provoca en este momento histórico de la República. Usted caerá sepultado en ese abismo que aquí le he señalado, con todos sus burdos delirios.

No olvide Sr. Presidente, que la dinámica moral y la simple lógica, dictan que usted debe caer víctima de una infamia puesto que una infamia lo elevó, la infamia lo ha sostenido, y toda su vida pública no ha sido sino un tejido de infamias.

Y la dinámica moral es la matemática de Dios en el mundo de la conciencia y del sentimiento… Si los hombres fusilamos a los traidores por la espalda, ¿cómo quiere usted que Dios lo castigue por delante? los astros hieren a la noche por detrás, rodando sobre sus espaldas como balas que bajan y se desprenden desde el infinito. Sepárese usted del mando, y juramos respetarle su vida, sus riquezas, sus distinciones, su familia, su libertad, los bienes de todo género que le ha regalado la suerte a manos llenas con el ciego favor que suele dispensar a sus elegidos. ¿Qué más quiere usted? ¿A qué más puede aspirar Usted? Habiendo llegado al colmo de la fortuna, si pretende más no puede encontrar sino la desgracia. Detrás de la hartura, vienen la indigestión, la congestión, la apoplejía, la muerte.

Váyase usted, y los pañuelos blancos como símbolo de paz en tiempos de antaño, lo despedirán a Usted rebosantes de júbilo. Créame, le repito, que se acercan para usted grandes peligros bajo los cuales va a quedar sepultado con todas sus inicuas grandezas. Si usted continúa en sus absurdos atentatorios y en sus grotescas pretensiones, caeremos en la inevitable disolución de nuestra Nación, seremos conquistados por alguna potencia extranjera y quedaremos relegados nuevamente a la servidumbre. Abdique usted y todo se habrá salvado, principiando por usted mismo. Si lo hiciere así, merecerá el respeto de sus conciudadanos, hoy no merece de ellos sino sus más oscuras maldiciones.

La protesta contra usted es universal, unánime, aquí dentro como en el exterior, y tales atmósferas son presagios de ruinas seguras, de catástrofes inevitables. Pero mientras usted no abdique; mientras persiste en su odioso despotismo; mientras no tenga piedad de nosotros sus hermanos, sus compatriotas; mientras usted continúe fulminando rayos innecesarios sobre la masa pacífica de ese pueblo sufrido; mientras usted dicte órdenes de prisión, hambre y de muere; mientras usted sea tirano; arrojaremos sobre usted el anatema, provocaremos para su nombre y su memoria la execración del mundo, desearemos y procuraremos su ruina, atizaremos el fuego de la resistencia revolucionaria, fomentaremos contra usted todas las fuerzas y elementos deletéreos, y seguiremos denunciando a la civilización todos los crímenes que manchan hoy el suelo de la patria, con violación del Derecho, con escarnio de la piedad, y con el supremo obscurecimiento de la Ley Moral y de la justicia.

No nos rendiremos Sr. Presidente, cueste lo que cueste, seguiremos desde cada espacio, desde cada rincón, elevando ante usted el espíritu rebelde del grito de la libertad…

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