Exorcismo para principiantes

(o de cómo usar el AMOR y el VALOR para hacer alquimia emocional)
Uno de los mejores mapas ancestrales para orientarnos, y hacer presencia en nuestra existencia, estar presente en nuestra vida, es la Trilogía o Trinidad Andina. Allí se representan los 3 mundos o registros de lo real.
Al igual que en todo recorrido, se debe partir desde el origen, desde las raíces, desde el sustrato que abonará el crecimiento del árbol de la vida que somos como humanos.
Así, conviene saber que en este mapa hay 3 planos o dimensiones en donde habitamos todos los encarnados: a saber, el inframundo, el mundo del presente y el mundo de los ideales o cielo. Conviene comenzar el análisis por el sustrato, el Ukupacha, conocido como pasado o mundo de los ancestros. Los patrones, por ejemplo, son algo que está en el inframundo, son algo del pasado que se reactualiza constantemente, tal cual un virus informático. Y como no nos gusta porque está relacionado con el dolor o el sufrimiento: lo rechazamos. Del mismo modo como rechazamos al otro, al diferente, que encarna ese patrón no integrado afuera.
El tema es que ese otro vive en mí. El universo que veo está en mi interior, y si rechazo algo del mundo externo, lo rechazo en mi. Y entonces, en la vida cotidiana no se ve, se oculta el patrón, que pasa a ser una entidad que construye estructuras en tu vida para esconderse a tu percepción. (En la antiguedad se les llamaba daimons)
Eso es un patrón. Una programación, algo que se hace sentimiento automático y luego acción, hábito. Un acuerdo que hiciste en el pasado y estás condenado a repetir por siempre y para siempre, a menos que lo reconozcas e integres en ti.
Se trata de transformar energía densa en energía sutil. En convertir el pasado en algo ÚTIL en el futuro.
Porque la verdad es que vivimos atados a patrones, a círculos de tiempo pasado. Repitiendo conflictos. Atrapados en el dolor, el sufrimiento, la tortura. Repitiendo acuerdos antiguos que aceptamos inconscientemente, por cultura, por genética, etc.
Cuando se vive así ocurre porque se ha aceptado inconscientemente ser víctima. La víctima lo es porque rechaza toda responsabilidad sobre su realidad y es atacada o violentada por causas externas.
Vivir bajo la égida de patrones es vivir en el purgatorio, en el mero infierno. Porque los patrones son entidades vivientes que toman cada vez más fuerza y poder sobre nosotros mientras luchemos con ellos. Y así vive el mayor porcentaje de los encarnados.
El presente sería el kaypacha, es vivir en el aquí y el ahora. Conscientes de cada cosa que pasa. Es un primer paso y buen camino, pero así no se exorcizan los patrones. Pues un ínfimo porcentaje de la humanidad vive realmente en el presente. Porque nosotros veces estamos en el presente, pero la mayor parte del tiempo se está en el pasado o en el futuro.
Nos dicen que todo es mi espejo, que la realidad se crea desde adentro, que lo que vivo lo creé yo, pero todo eso es pura información intelectual que no encuentra aplicación práctica en la realidad, pues es más fácil culpar a otro (la vida, la genética, el gobierno, la oposición, el imperio, mi hijo, los alienígenas, el diablo, dios, el isis, el mal de ojo, marx, el terremoto, la enfermedad, el papa, el universo, los iluminatti, mi esposa, adán, la mineria, gilgamesh ó mis padres). La única manera de evitar ese estancamiento en el infierno es amando ese patrón y darle un valor para transformar el infierno en paraíso. ¿Cómo? Reconociendo el patrón, lo que se repite y no quiero aceptar o ver, preguntándole que función puede tener en mi vida. Darle un propósito, un fin, una utilidad.
Por ejemplo, gracias a que he pasado hambre ahora he aprendido a cocinar mejor y a valorar la abundancia y ya no desperdicio la comida. Gracias a que fui torturado en el pasado aprendí lo que es la compasión y el respeto por la vida. Gracias a cada enemigo (o falsos amigos) aprendí a valorarme, a ver la fuerza de esa negatividad en mí y a ser implacable conmigo mismo, a no creer lisonjas ni vanas ilusiones de fama.
Para trascender el presente, hay que subir esa energía al cielo, el Hananpacha. El mundo de las ideas, de los ideales, de los propósitos. De los espíritus. El futuro que quiero, lo contrario a la energía densa, la energía sutil. El plano simbólico. El Paraíso. El mundo de las Ideas. Darle propósito a un patrón, a un vicio, por ejemplo, es convertirlo en algo útil: es elevarlo del infierno al cielo, del pasado al futuro, integrando los 3 planos en el presente. Como Platón decía tan correctamente: la belleza es algo útil a mi espíritu porque me lleva al amor por las ideas. Hablaba como iniciado que era. Eso es otorgarle valor a las cosas, subir su vibración, sutilizar, alquimizar emociones atrapadas.
Así es con cualquier cosa, hecho, persona o situación en tu vida, mientras lo rechaces o desprecies cada vez se hará más fuerte y más denso o negativo. Un patrón se reconoce y es integrado a mi vida, al universo, cuando lo hago trascender y elevarse del infierno al darle una función en mi crecimiento, en mi evolución.
Vemos que esto es un compostaje energético. Lo que estaba en el mundo de los muertos, estancado, corrompido, lo transformo en sustrato provechoso, en abono para lograr lo que quiero. No hace falta luchar. No hace falta pelear. Esto es exorcismo zen, permacultura espiritual o alquimia de alto nivel, y seguimos aprendiendo. Finalmente, todo es imaginario, el infierno y el paraíso son ideas, pero prefiero integrarlo todo y encontrar un sentido práctico a esta existencia que seguir luchando en vano. Esto es moverse en el tiempo: CAMBIAR EL PASADO!
Si el pasado me condiciona y lo juzgo no avanzo, siempre repito lo mismo. Hasta que efectúo esta alquimia...
Sé que soy todas mis sombras, una mezcla de demonios y ángeles, y esa raíz da la firmeza y la determinación para asumir que, aunque la ilusión de la vida y la muerte sea un momento, prefiero gozar de la existencia como un juego de diseño y darle utilidad que pasarla en sufri-miento.
Y para orientar la brújula interna nada mejor que interpretar y usar mapas, mejor si son ancestrales.
Existir, hacerte cargo de tu vida, recuperar el poder propio, simplemente es habitar o hacer presencia en los tres mundos de este mapa andino.
Herramienta diaria de ubicación en la ruta.

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