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Origen y curiosidades de los refranes #1. Así nacen las frases ingeniosas

Sin duda, el español cuenta con un riquísimo y variado repertorio de frases hechas. Constantemente escuchamos y utilizamos expresiones tan aparentemente explicables como "mandar a alguien a hacer puñetas", "no saber ni jota" o "vérsele el plumero". Y entendemos perfectamente lo que significan, pero muchos de nosotros pocas veces hemos reparado en su origen. ¿Lo vemos?

Mandar a alguien a hacer puñetas

Esta frase se dice cuando queremos despedir o contestar a una persona con desconsideración.

Las puñetas son las bocamangas (o sea, la parte más cercana de la manga) de los bordados y las puntillas que adornaban algunas togas. Estos adornos se realizaban con hilo formando un complejo tejido calado con flores y figuras, que se confeccionaba a mano. Era una labor muy delicada en la que había que invertir mucha paciencia, tiempo y dinero.

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No saber ni jota

Esta expresión se aplica a toda persona que es muy ignorante en una materia determinada.

Alude a la letra jota y a sus letras antecesoras, la iod hebrea y la iota griega. La iod hebrea era la letra más pequeña de las 22 que usaba aquél idioma (y otros del Mediano Oriente), y además era el principio o el primer trazo de toda letra, como puede verse en cualquier diccionario o gramática del hebreo. Por esta razón, decir no sabe ni jota equivale a decir 'no conoce ni sabe la más pequeña de las letras, no sabe hacer el primer perfil o trazo de ninguna letra pequeña, es un ignorante'.

Ni chicha ni limoná

Equivale a decir no valer para nada. Además se usa en el sentido de no ser ni una cosa ni la otra.

La chicha, según el diccionario, es el término que se emplea coloquialmente para designar la carne comestible. Pero chicha también es una bebida alcohólica que resulta de la fermentación del maíz en agua azucarada. De este licor, muy común en los países de Centroamérica y Sudamérica, nació el dicho ni chicha ni limoná, es decir, que no hay o no quedan ni bebidas alcohólicas ni refrescantes.

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Vérsele el plumero

Este dicho tan recurrente se usa para indicar que una persona deja traslucir de forma involuntaria sus verdaderas intenciones o pensamientos en un asunto.

Su origen se encuentra en la fábula La corneja y los pájaros, escita por el griego Esopo en el siglo VI a.C. La fábula cuenta que Júpiter, el padre de los dioses, para nombrar al rey de los pájaros, señaló una fecha en la que todas las aves deberían comparecer ante él, para así elegir a la más bella.

Todos los pájaros se acercaron a la orilla del río para acicalarse y arreglarse el plumaje. La corneja, consciente de su fealdad, se dedicó a recoger las plumas que se habían desprendido de los otros pájaros y se las prendió en el cuello. Al llegar el día señalado por Júpiter, todas las aves acudieron al concurso. De todos los plumajes, el de la corneja resultó ser el más bello y elegante. Pero cuando estaba a punto de ser coronada, los demás pájaros, indignados por el engaño, se le echaron encima y cada cual arrancó del penacho las plumas que le pertenecían. Y la corneja no consiguió el tan preciado puesto, por vérsele el plumero, o sea, el penacho de plumas de pega.

Poner los puntos sobres las íes

Esta expresión significa concretar, determinar, acertar, sintetizar, por lo común con daño o contrariedad para alguno.

La adición del punto sobre la i minúscula data del siglo XVI. El folclorista Joaquín Bastús comenta que cuando se adaptaron los caracteres góticos no era extraño confundir dos íes (ii) por una u. Así que para evitar malentendidos se empezaron a poner como unas tildes encima de las íes. Algunos copistas fueron favorables al cambio y adaptaron la nueva forma de la i sencilla, mientras que a otros les parecía un tanto quisquilloso. De ahí vino la locución.

Voy recopilando algunos otros refranes relacionados con lugares geográficos, como por ejemplo ese de que quien se fue a Sevilla perdió su silla. Entre tanto, ¿se os ocurre alguno más que os interese curiosear?

Fuente documental: El libro de los dichos. José Pardina (Dir.).

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