Cuentos para asustarte: Concurso de relatos inspirados en mitos y leyendas latinomericanas- Los Kikiriñaus

Hola, amigos todos.

Aquí les envío mi participación a la convocatoria que hiciera @marlyncabrera. Cuentos para asustarte: Concurso de relatos inspirados en mitos y leyendas latinomericanas.

Mi relato está inspirado, en una historia contada por el pintor popular Tomás E. Salazar: -En tiempos de juventud de su abuela, el pueblo de La Cruz de Rivilla, cerca de Carúpano, sufrió por una larga sequia, en el lugar quedan abandonados una gata y un gallo, ambos animales se aparean y tienen hijos, que nadie ve, pero se les oye su canto, kikiriñau.

La ilustración es mi interpretación de estos animales fantásticos. Técnica al lápiz de color y papel, para logar un efecto de cartel, del cual hablo en el relato.

Los kíkiriñaus

Jamás he visto nada igual, quizás nunca. Si alguien cree que no pasó nada, cuando se fue la gente por la sequía, está muy equivocado.

En un pequeño valle de la Península de Paria, solo quedó una familia porque decidió actuar como si lo sucedido, fuera algo natural. Por eso recibieron con alegría la bendición de muchos gatos y un gallo. Mientras esperaban para cosechar las almendras de sarrapia, se alimentaban de zulú de pericaguá y yaguares. También modelaron canecas, con barro del río, cocidas con leña.

Las circunstancias cambiaron, llovió otra vez y mil veces más. Desde lejos, los cocuyos encienden el deseo en los hijos de La Cruz de Rivilla, de volver a su poblado. La familia ubicada hacia el pequeño valle de las sarrapias, un tanto lejos de la comunidad, siguieron actuando como si los esperaran.

Las sarrapias florecieron y les donaron sus frutos. En los días de cosecha, mientras los padres se organizan, sus hijas juegan como siempre al escondite, fingiendo ser unas kíkiriñaus. Un canarín sobre piedras en el patio, era el centro de la faena, lo llenaron de agua, colocaron las almendras y sentados alrededor del fuego, silbaron y palmearon, encantados, bajo los efectos del alucinante aroma a vainilla. Cuando el brebaje brilló como la oscura noche, lo envasaron. Al otro día, salieron a venderlo por el caserío, como si lo hubiesen hecho siempre. Los vecinos quedaron fascinados.

Luna tras luna, pasan por el bosque las lechuzas y le dan eco a su canto desde el viejo campanario. Los atentos al maravilloso universo del valle, suelen presentir lo que está por suceder.

Los vecinos sin oficio, tratan de apropiarse de la receta para preparar vainilla. El Párroco los observa y actúa como si fuera secreto de confesión. La familia, sintiéndose asediada, temía doblar las esquinas del pueblo. Aterrados, planificaron el modo de evitar una invasión al bosque. Al otro día, las niñas fueron al colegio como si nada. A la hora del recreo, contaron haberse enfrentados a los kikiriñaus de las sarrapias. La pequeña los describió, la del medio escenificó una danza macabra, aterrando a los compañeritos y la mayor narró el espeluznante encuentro. Ya en sus casas, los niños apenas cerraban sus ojos para dormir, comenzaban a gritar, porque veían como los bichos de pico largo y garras, les arrancaban los ojos y les rasgaban la piel. Sus padres, confesaron su preocupación a la maestra. Apenas se ocultó el sol, la amable mujer se acercó a la casa de los campesinos y sostuvo una larga conversación con toda la familia. Los sorprendió el alba, pensado en un plan de sobrevivencia para todo el pueblo. Aliviada por los resultados, caminó como si volara y con la determinación de un felino.

La maestra motivó a sus alumnos a cantar rondas, tomando como ejemplo las habilidades de los gatos y los gallos, por ser decía ella -guiñándoles el ojo a las tres aliadas- los animales más conocidos. Escribieron cuentos ilustrados para dar vida a los traviesos kikiriñaus ¡Bendita idea! Las pesadillas desaparecieron y la brisa volvió a esparcir el aroma de vainilla por los senderos del pueblo. Se acercaba el carnaval y la escuela le planteó al Jefe Civil participar con una comparsa. La propuesta fue transmitida al pueblo desde el pulpito de la Iglesia. Todo participante, además del disfraz de kikiriñau, llevaría una flauta de carrizo, para cantar como gallo o maullar como gato ¡Ganaron el primer premio! Los niños realizaron un cartel para la entrada del pueblo. En la comunidad inspirada, se descubren infinitud de artesanos, poetas y músicos, todos producen mil formas híbridas, décimas y canciones. En los bolsillos suenan los cobres ¡Bendita vida!

La verdad es lo que es y sigue siendo verdad, aunque se piense al revés, como dijo el poeta Don Antonio Machado.

Esta imagen muestra la interpretación del Kíkiriñau, del pintor Tomás E. Salazar. Articulo de: Jorge Peña. Página Dominical del Diario de Sucre, No es cuento es, historia… 18-09-2006. Publicado en el libro Sucre Fascinante. Editado por El Centro UNESCO Amigos de la Herencia Cultural del Estado Sucre -AHCES. 2008. Caracas.

Mil gracias por la convocatoria @marlyncabrera. Me gustó plantear un tema de mi interés dentro del cuento. Como soy una entusiasta lectora de los mitos y leyendas, voy disfrutar las novedades de tu reto.

¡Suerte a Todos!

Si quieres participar y revisar las bases del concurso puedes visitarlos desde AQUÍ

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