Esta es la segunda parte de las aventuras de mi hermano, en otra ocasión les comenté que era un hombre parrandero y mujeriego y le hizo una promesa a Dios para que lo librara de un espanto en la curva del infiernito, pero eso fue otra historia, en esta ocasión el cuento es otro.
Venía de noche, eran pasadas las 2 am, borracho y un poco obstinado porque no hubo conquista en aquella fiesta, se fue caminando a casa ya que era un pueblo solo y a esa hora algo tenebroso, al caminar por la calle ve a lo lejos la silueta de una mujer, cabello negro y muy largo, llevaba un vestido y caminaba sola, el vio una oportunidad y trata de caminar más rápido para alcanzarla, en eso la chica agarra la curva en la siguiente esquina el acelera el paso hasta llegar al lugar donde creyó que la mujer había cruzado, pero le pareció extraño en esa calle no había ninguna esquina, solo una pared, no le da importancia sigue caminando, tambaleándose por las calles de San Pablo, ocumare del tuy, ensimismado en su borrachera, escucha pasos detrás de el y ve a la misma mujer muchísimo más atrás, en ese momento se comienza a pasar su estado de ebriedad y el miedo se apodera de él, camina más rápido, hasta llegar a correr pero en un instante la ve un poco más adelante, se detiene de golpe y trata de devolverse, pero al voltear la mujer estaba en frente de él, pero no tenía rostro sus ojos eran huecos y la cara no tenía forma, el espanto se le abalanzó y solo le lanzó un grito tan fuerte y espectral que él se volvió loco, comenzó a correr como si el alma se le fuera en ello, al llegar a la casa donde todos vivíamos saltó el muro, como todo un atleta, al escuchar los perros todos salimos corriendo y el estaba tirado en el piso con los ojos llenos de terror y desesperación pero no pronunciaba ni una palabra, mi suegra una mujer mayor dijo al salir de su cuarto "mijo ese hombre va a reaccionar en unos días, a ese le salió la sayona", después de varios días que mi hermano logró empezar a hablar nos dijo que ella estuvo gritando en su oído durante todos esos días y la veía en cada rincón donde su mirada se iba.
Todos creerán que esa experiencia lo hizo cambiar pero no fue así.
