Recoges los mechones
que caen en tu rostro.
Te miras en el espejo,
humedeces tus labios.
Sonríes.
Te gusta lo que ves
y eso está bien.
Piensas en cómo ha ido tu día
y algunas preguntas
para alguna conversación.
Has pasado por este momento
tantas veces
que ya se te ha hecho costumbre.
Pero siempre
que se trate de ver,
escuchar,
o sentir a «esa» persona,
esa que tanto adoras;
sentirás el temblor
de tus piernas,
y un vuelco del corazón.
No se trata de una cita cualquiera:
se trata de una cita,
en un nuevo día,
con aquel -o aquella-
que hace tus días más bonitos.
Se trata de ver esos ojos
que pueden atraparte,
como si de un sueño se tratase.
Aunque
hablando de mí;
tratándose de él,
podría decir
que mi vida real
es más bonita
que mis sueños.