Aquel momento me hizo recordar mi infancia.

Hola amigos, de antemano les recuerdo que no soy muy bueno en esto de escribir y contar cosas sobre mí, pero quería compartir con ustedes este relato que me hizo recordar que tan buenos eran aquellos tiempo de mi infancia.


Hace unos días pasé por un Parque central en la ciudad de Ecuador. Iba camino a mi trabajo ubicado a unas cuantas cuadras de este parque. Después del trabajo, de regreso a la residencia donde vivo, paso nuevamente por el parque, cerca de la fuente pude ver un grupo de chicos jugando una caimanera (algo así como un partido de fútbol informal). De pronto, uno de los muchachos da un mal tiro, y la pelota vino directo hacia mí. Escuchaba los gritos de los chamo diciendo ¡tirala de vuelta por favor! Y entonces la posicione en mis pies, la levante con el pie izquierdo, hice par de rebotes sin dejarla caer y la mande directo a donde estaban ese grupo de chicos jugando, como en mis mejores jugadas en aquellos buenos tiempos en mi amada Venezuela. Cuando hice aquel pase, me devolví en el tiempo hace como 14 años, a las vacaciones de agosto de 2004.

En ese tiempo, mi familia y yo habíamos decidido cambiar de hogar, puesto que donde vivíamos, cada vez que llovía se inundaba la calle y ya habíamos perdido bastante cosas materiales. Durante un mes vivimos en casa de unos primos, mientras mi familia buscaba una nueva, nos tocó regresar al mismo barrio pero esta vez 4 cuadras más arriba, donde ya no existía peligro de inundación ya que se encontraba en una loma.

En ese lugar fue donde pasé las mejores y más divertidas vacaciones de mi vida, en Venezuela las vacaciones escolares son desde julio hasta octubre. Todos los chamos del sector nos reuníamos a jugar fútbol en la calle ya que no eran muy transitadas, éramos como 10 chavos que nos reuníamos a pasar como mínimo 03 horas jugando, solo necesitábamos una pelota y las ganas de jugar y pasarla bien. Los marcadores siempre terminaban cerrados como: 25 goles a 22, dando paso al compromiso de reunirnos nuevamente a jugar.

futbol-callejero.jpg

Fuente

Después de esos juegos, donde todos éramos el Maradona de nuestro tiempo, terminábamos con la ropa y los zapatos llenos de tierra. Mis padres nunca me reclamaron, supongo que le encantaba y gustaba verme jugar, y terminar con esa sonrisita en la cara, todo cansado y sudoroso, y que eso era suficiente para mamá y alcanzaba para lavar la ropa toda mugrosa que dejaba.

Pude recordar todo eso, porque el color de aquella tarde era la misma de aquellos tiempos. Y pude sentir como entraba en mí, aquel sentimiento de nostalgia que me duro todo el resto de la tarde, y solo pensaba que feliz y lejos están aquellos tiempos.

Entonces, llegué a casa y pude hablar con mi familia en Venezuela. Recordé cada momento con ellos hasta que llegó la hora de dormir, no sin antes pensar y reflexionar: Cuando crecemos todo se vuelve más complicado, ya no es suficiente un balón de fútbol y algunos amigos, ahora solo necesito trabajar, tener dinero para ayudar a mi familia, tener de una buena computadora con acceso a internet y escribir algunas tonterías llenas de sentimentalismo como ésta.

Gracias por leer este pedazo de mi. Espero les haya gustado. Saludos

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now