Sentada en la parte de atrás nuestro vehículo particular, me puse a pensar en lo efímera que es la vida, recordando la historia que me contó una amiga, la cual quiero compartir hoy con ustedes:
Un joven de 29 años, que tenía apenas 2 días sintiendo letargo y pesadez, fue a hacerse unos exámenes de sangre de rutina para tratar de averiguar el origen de su malestar. Como de costumbre se hace una muestra de sangre en un tubo de ensayo (dichos tubos tienen anticoagulante) y se deja ahí, para hacer el estudio después de terminar de atender a los demás pacientes, pero al pasar un rato, las bioanalistas se percataron que la sangre se había coagulado (primer indicio de que las cosas no estaban bien).
Al llamar al joven de nuevo a hacerse los exámenes, usaron inmediatamente la muestra para hacer el frotis (es la dispersión de una muestra de fluido corporal sobre un portaobjetos para un análisis clínico, en este caso sangre), el cual mostró claramente los patrones comunes de una leucemia aguda.
La leucemia aguda es el proceso inicial de la enfermedad y depende de tu cuerpo el poder superarla, para entrar a la fase crónica en la cual puedes vivir con ella bajo estricto tratamiento, esa explicación fue dada por mi amiga (ella es bioanalista).
Al día siguiente el joven no fue a retirar los exámenes y aunque intentaron por varios medios, las bioanalistas no pudieron dar con los familiares. Una semana después del hecho, se enteraron por medio de un periódico de la parte mas triste de la historia y que realmente me pesa,el joven fue hospitalizado esa misma tarde en la que fue al laboratorio y al día siguiente falleció, es decir, su cuerpo no pudo crear los anticuerpos necesarios para superar la etapa crítica de la enfermedad.
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El joven se encontraba en aquella dichosa fase de la vida en la cual nos creemos más fuertes, no le prestamos atención a los malestares o enfermedades, la fase que todos conocemos como el inicio de la vida adulta, la cual encontramos entre los 20 y los 30 años.
Un joven con realmente mucha vida por delante y que jamás pensó que un simple malestar de cansancio significaría el inicio de su muerte, seguramente tenía muchas metas, ¿cuantas veces se habrá dicho a sí mismo, “luego hago eso, igual mañana es otro día”? ¿Se lo habrá dicho el día anterior a ser hospitalizado o antes de comenzar a sentir el malestar?
- Aprovecha tu vida al 100%. Cada segundo, cada hora, cada momento, son sumamente valiosos, NO TENEMOS CERTEZA DE QUE EXISTA UN MAÑANA.
- Ni la juventud, ni el dinero, ni mucho menos la salud son bases reales para decir que estamos bien y que mañana estaremos bien, él estaba “muy sano” 3 días antes de morir.
- Si tienes la oportunidad de salir, de pasar tiempo con las personas que amas, de hacer algo que realmente te apasione, de jugar, hazlo, el mañana es incierto. Disfruta el ahora, como dice el dicho “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.
- No te guardes jamás las cosas que quieres decir, si l@ amas dilo, si te sientes molesto dilo, si deseas invitar a alguien a salir dilo, lo peor que puede pasar es que las cosas no salgan como quieres, pero al final no tendrás que reprocharte por nunca haber tenido la valentía de haberlo hecho.
- Busca siempre ser feliz, por nada del mundo dejes que tu felicidad se apague por tus decisiones, tus errores, tus familiares, tus amigos o tu pareja. La vida es efímera y las cosas no siempre saldrán bien, pero recuerda que hasta en el error más grande podemos encontrar algún aprendizaje o algo positivo, solo necesitas ser observador.
- Evita a toda costa herir a los demás, pues no sabes si tendrás la oportunidad de disculparte por tus errores.