Orbis, Los Cavadores - Relato Corto

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Los Cavadores

La bruma era muy espesa entre las paredes del cañón esa mañana, casi llegaba hasta la entrada de la mina, la actividad en la zona olvidada debía ser intensa ese día, hacia el sur se podían ver claramente las nubes y su habitual color ocre, formando una capa casi uniforme.

-El cielo era azul, con nubes que a veces eran blancas y a veces grises – le decía su tía Julia; ella nunca las vio, era una historia que le contaba su abuelo y a él, su abuelo y así sucesivamente, en realidad, nadie sabia si alguna vez había sido así, eran sólo cuentos.

Para ella, el cielo siempre había sido igual, ocre y con nubes de un ocre cada vez más oscuro, hasta llegar al marrón, igual a la bruma que cubría la zona olvidada, como la llamaban los cavadores, como su hermano Iván, estaba prohibido ir allá; sólo los cavadores, que trabajaban en la mina podían acercarse tanto. Según lo que decía su hermano, el aire de la zona prohibida no se podía respirar, al menos no por mucho tiempo, porque uno se enfermaba y moría, por suerte los vientos que circulaban por el cañón, mantenían la bruma alejada de La Villa.

-Aurora, ¿estás bien? - escucho la voz de su mamá tras ella.

Aurora se dio vuelta y vio a su madre a uno tres metros de ella, a los pies de la roca sobre la que se encontraba sentada.

-Sí mamá, sólo miraba el cielo - respondió Aurora - ¿crees que en realidad alguna vez fue azul?, como dice la tía Julia-

-Deja de perder el tiempo en tonterías y regresa a casa, que debemos preparar la comida para tu hermano que tiene turno hoy en la mina -, sin mediar más palabras se dio la vuelta y emprendió camino en dirección a una de las pequeñas cabañas de La Villa.

La Villa era un pequeño caserío, ubicado al costado de la pared oeste del cañón, a unos trescientos metros, de lo que fuera la rivera del rio que, otrora, corriera por las profundidades del cañón, a los que en ella vivían los llamaban Los Cavadores, pues se dedicaban a extraer minerales de la mina, ubicada a unos cinco kilómetros al norte, en las proximidades de Axia, la mayor de las quinientas treinta y dos ciudades industriales de Orbis.

Aunque los habitantes de Axia los conocían como Cavadores, en realidad, entre ellos, los cavadores eran sólo una centena de hombres, de edades entre los trece y treinta años, que eran algo así como la mitad de la población masculina adulta de La Villa, el resto de la población se dedicaba a otras actividades, principalmente a cultivar granos y criar cabras y pollos y a comerciar con las villas del exterior del cañón y algunos pocos comerciantes traían mercancía de la ciudad habitacional más cercana.

Por mucho, los cavadores eran la principal fuente de ingresos para La Villa, los minerales que extraían de la mina, eran entregados a Orbis, para ser procesados en Axia, a cambio, Orbis suministraba agua limpia y electricidad a La Villa, además de pagar un sueldo a los cavadores, proporcionar maquinaria y financiar los trabajos de infraestructura que fueran necesario, además de proporcionar los materiales para ello.

Aurora abrió la carcomida puerta de su casa y apenas al cruzar el umbral, escucho a su madre que discutía con su hermano en la cocina, - ¡No quiero que aceptes que te asignen a entregar el material a la gente de Orbis!, - vociferaba acaloradamente su madre, -vas a tener que acercarte a la zona olvidada y no quiero que vayas a enfermar-, continuó la señora mientras apagaba su voz.

-Mamá, me van a pagar más, podremos comprar más semillas y la casa de la señora Rina-, respondió Iván vehemente.

La señora Rina, era una de las vecinas de Aurora y su familia, ella y su esposo vivían solos, a unas pocas casas de la de ellos, pero el señor Samuel, así se llamaba el esposo de Rina, había perecido hace unos meses, en un accidente en la mina y ahora ella se estaba mudando a una villa vecina a vivir con su familia.

-No me importa, no nos hace falta nada más, tu padre estuvo entregando mineral en la zona olvidada por una semana y enfermó de neumonía, estuvo a esto de morirse- decía la señora mientras agitaba la mano frente a su hijo enseñándole sus dedos pulgar e índice apretados.

En ese momento Aurora entro a la cocina, su mamá la miró y estirando el brazo para señalar a la encimera de la cocina, le dijo -Toma la canasta y ve por unos huevos Aurora, después de que desayunen vas a ir la tienda por aceite y alimento para las gallinas -.

Sin mediar palabra, Aurora tomó la canasta y salió para dirigirse al gallinero, una pequeña casucha de metro y medio por metro y medio, que su padre había hecho con algunas maderas prensadas que le habían dado la gente de Orbis, recogió los ocho huevos que había en la canaleta y regreso a la casa.

El desayuno transcurrió sin volver a tocar el tema del trabajo de Iván, al momento de salir a esperar el transporte, su madre le dijo con un gesto de tristeza, -Iván, no aceptes ir a entregar material, por favor- su rostro se veía desencajado. Iván no respondió nada, la abrazó y se fue caminando en busca del viejo camión volteo, en el que eran llevados los cavadores a la mina.

Texto original de @amart29, Barcelona, Venezuela, agosto de 2018

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  1. Orbis, El Abismo
  2. Orbis, La Caldera

Espero que este breve relato haya sido de su agrado, agradezco sus comentarios y opiniones.

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