LA SEMILLA DE LA FELICIDAD.

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Tener un país feliz depende en gran parte de nosotros mismos, de empezar a ser felices y de ir compartiendo esa felicidad. Cuando soy feliz y comparto la felicidad sin arrogancia, la gente empieza a contagiarse y a disfrutar de esa sensación de alta vibra. Imagina que cada día puedes lograr compartir y contagiar de felicidad a siete personas y esas siete hacen lo mismo, dentro de muy poco tiempo esto se convertirá en una consciencia colectiva y será la emoción predominante en el país. Empieza a crear ese mundo feliz que deseas y contagia a tu entorno de felicidad. Venezuela es un país feliz que algunas veces decae pero en muy poco tiempo se vuelve a levantar. Yo soy feliz y vivo en Venezuela, tú también puedes lograrlo.

Mario Contreras
Venezolano feliz
Trainer crp.

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