La intriga.

−Allan… Sabía que eras tú.!
− ¿Qué deseas?
−Sólo saber de ti, ha pasado mucho tiempo, ¿no?
−Ahora mismo estoy ocupado.
− ¿Adónde iras?
−Lejos…
−Vamos, podemos hablar, se me apetece un café.
Allan se queda postrado en la salida de su casa, no sabe qué de-cir, tampoco se le ocurre algo para salir de esa situación.
−Pasa.
Entran a su casa, se sientan en el comedor, y la joven se le queda mirando con bastante expectativa.
− ¿Aun quieres el café? –Le pregunta-.
−Sí. –Responde con seguridad-.
Allan se levanta y sirve dos tazas de café. Las coloca en el come-dor y le hace llegar una a la mujer.
− ¿Cómo estás? –Pregunta la joven con los ojos clavados en el brazo derecho de Allan-.
−He estado mejor. –Se toca el brazo-. Dime, ¿qué haces aquí?
−Tengo mucho tiempo sin saber de ti. Sólo quería saber cómo estabas.
−Pues ya me viste. Estoy vivo.
−No solo eso Allan, sé que no estás bien. –Le toma su mano-. Sé que por las noches no duermes, sé que en ti hay algo que desea salir. Te conozco.
−Ya no soy ese Allan. –Retira su mano-. Tengo una vida normal, me duermo temprano, me levanto temprano, salgo temprano. Ya cambié.
− ¿Y tu brazo? –Se levanta de la silla-.
−Un accidente. –Allan se pone rígido-.
− ¿En un tiroteo? –Se acerca a él-.
−Puede ser. –replica él-.
− ¡Allan no es tu responsabilidad! –Se acerca a él con lágrimas en los ojos-.
− ¿Es tu responsabilidad ayudar a niños de la calle?
−No… Pero aún así lo hago. Aunque no estoy arriesgando mi vi-da. –Se arrodilla frente a él-.
−No arriesgo mi vida. –Allan voltea la mirada-.
− ¡Claro que sí! Lo de ayer fue arriesgar tu vida, lo de ayer fue suicidio… -Es interrumpida-.
− ¡PERO NO MORÍ! –Se levanta-. Fui ahí e hice lo que debía hacer.
−Pero no eres policía Allan.
−No necesito serlo para matar. –Allan sale de la cocina-.
La joven lo persigue y se coloca en frente de él.
−Allan debes parar esta locura, esto de justiciero no te va. –Mira un momento al suelo y se recompone-. La policía te está buscando también, están tras tu pista, pronto te detendrán.
− ¡LO SÉ! –Allan grita molesto-. Lo sé, pero no por eso me voy a detener. Esto está mal, yendo a la justicia no es suficiente, hay que hacer algo más. Yo lo voy a hacer, te agradezco que te retires de mi ca-sa.
− ¡Despierta Allan! vas a morir o acabarás en la cárcel.
− ¡Lo sé! Pero mientras no, debo seguir intentándolo.
−Mi deber es ayudarte a salir de esto… Por favor, no quiero que te pase nada. Hablemos.
− ¿Qué necesitas saber? ¿Qué quieres? ¿Por qué apareces aho-ra? ¿Por qué ahora? –Allan se sienta-.
−Entiendo, me equivoqué al irme así… ¿Sí? La muerte de ellos –su voz se quiebra- me dejó devastada.
−A mí igual, y no te dejé. –Allan pierde su mirada-.
−Lo siento… la verdad no sabía qué hacer, en ese instante no quería estar cerca de nadie… lo siento Allan, de verdad quiero ayudar-te, así no es como nos enseñaron a hacer las cosas… −Su voz se quiebra y suelta algunas lágrimas−.
−La manera en que murieron jamás la podré asimilar… No puedo dejar de buscar a los culpables, estoy muy cerca de verdad… no puedes venir aquí a pedirme que me rinda cuando esto muy cerca. –Allan se levanta y camina hacia la ventana, puede ver en su reflejo, al verdadero Allan−.
−En mi interior no quiero que te rindas, solo no quiero perderte, a ti no… Pero si esa es tu manera –Se recompone- hazlo, no interferiré. Te voy a ayudar, por ellos.
− ¡NO! No te quiero cerca, es peligroso… Lo de ayer… ellos saben que fui yo… Si estás cerca… -Es interrumpido por ella-.
−No te dejaré de nuevo… Puedo aportarte información. No permitiré que mueras en manos de ellos, no tú… -Se acerca a él-. No puedo perderte.
− ¿Por qué iniciaste la fundación? –Se acerca a ella-.
−Porque gracias a una fundación así, alguien llegó a mi vida, gracias a eso te conocí.
Allan finalmente abraza a la joven, y está pensando, Allan está pensando en su pasado.

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