Herbivorismo: Una relación simbiótica perjudicial para los vegetales.

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Las poblaciones de todas las diferentes especies que viven juntas en un área formando una comunidad ecológica, mantienen entre si las llamadas relaciones ecológicas, que implican la interacción entre individuos de la misma especie, conocidas como relaciones intraespecíficas, y las relaciones entre individuos de especies diferentes, o relaciones interespecíficas.

En ecología se usa el término simbiosis para referirse a las relaciones ecológicas interespecíficas en las cuales dos especies viven juntas en una asociación íntima, de largo plazo, que puede generar dependencia y afectación a una de las especie, en función de lo que ocurra con la otra especie.

La depredación es una de las formas de simbiosis más conocidas, y muchos de nosotros, siempre hemos creído que depredar implica la acción violenta y rápida del depredador, de matar a un individuo, que es la presa, usando parte, o todo ese cuerpo como nutriente o alimento.

Los herbívoros también son depredadores.

No podemos pasar por alto la forma en la cual los herbívoros abordan a las especies vegetales, dando origen a una simbiosis muy llamativa, en la cual la presa no tiene la posibilidad de moverse para escapar de su depredador.

Esta relación, en la cual los individuos herbívoros actúan como depredadores y las especies vegetales se convierten en la presa, se denomina herbivoría o como muchos prefieren: herbivorismo.

Las especies que conforman el Reino Plantae constituyen los seres productores de alimentos, gracias a su capacidad fotosintética, y partes o todo su cuerpo, representan una fuente segura de energía, acumulada a partir de la fuente primaria, que es la energía solar.

Al alimentarse de tejidos vegetales, hojas, corteza, tallos, raíces y savia, los herbívoros influyen de manera importante en la capacidad de las plantas para sobrevivir, sin importar si es consumida parcialmente, o en forma total.

A pesar de que las plantas no tienen la capacidad de escapar de sus depredadores herbívoros, han creado mecanismos maravillosos para evitar que les infrinjan daños, tales como la incorporación de sustancias venenosas o de sabores desagradables a sus tejidos.

glándulas productoras de látex.

Hojas nuevas, ricas en metabolitos secundarios, conocidos como aleloquímicos, capaces de repeler a los herbívoros.

Las plantas también pueden formar gruesas cutículas, pelos urticantes, espinas, asociaciones con insectos que las defienden, y muchas otras estrategias, que nos sorprenden por considerarlos seres inermes.

Tallo pubescente, de Curcubita maxima (auyama)

Espinas de una acacia.

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Los seres humanos han participado, por intermedio de las ciencias agronómicas, favoreciendo a las especies vegetales, impidiendo la acción de los herbívoros, que tienden a convertirse en plagas agrícolas, afectando los cultivos, que son parte importante del sustento de la humanidad.

En los espacios naturales, donde las especies vegetales están por su cuenta, podemos encontrar pruebas fehacientes de la capacidad adaptativa de las plantas, y de la capacidad que tienen de acumular esas adaptaciones a su patrimonio genético, transmitiéndolas de generación en generación.

Gruesas cutículas que dificultan la digestión, en hojas de guanábana (Annona muricata).

Espinas y pelos urticantes, en Opuntia españa.

Todas las acciones que los vegetales emprenden para evitar ser presa de los depredadores, son muestras inequívocas de su capacidad de adaptación al entorno donde habitan, y a lo largo de la historia natural, les han permitido evolucionar, regalándonos un espectáculo maravilloso, cada vez que se defienden del herbivorismo.

Tallos lignificados, para defenderse de las termitas.

Ali Riera

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