Flotando en un mar de Ilusiones

Flotaba, o eso creía, nunca supe en realidad lo que se siente flotar, porque ni siquiera sé nadar, pero estando en sus brazos suponía que se sentía de la misma manera. Dentro de mí el mar era pacífico, las aguas estaban tranquilas, no había viento, mi yo interna navegaba en una canoa acostada junto a una guitarra, escuchaba aquel silencio tan satisfactorio, sólo estaba flotando en las aguas aquietas de aquel océano. Él dormía, su respiración era lenta y suave, sentía como bajaba y subía su pecho, y eso hacía mover de forma leve mi canoa.

Mis ojos admiraban su rostro, detallaba cada parte de su masculinas facciones, sus ojos cerrados se movían en varias ocasiones al igual que sus labios, y me hacía pensar que estaba soñando; sus labios carnosos, algo partidos pero bonitos, los detalle por largos minutos, debo admitir que me apetecía besarlos, pero él estaba en calma, mi yo interna disfrutaba de aquel mar tan tranquilo, besarle sería provocar un tormenta dentro de mí e interrumpiría su sueño y serenidad.

Tempestad, eso fue lo que produjo en mi interior cuando abrió los ojos y me acercó a su cuerpo, mi pecho quedo contra el suyo, mis pezones desnudos y duros se acomodaron a la dureza de su organismo. Mi corazón latió con fuerza, y las olas del mar empezaron a mover fuertemente la canoa, mi chica asustada pero divertida tomó la guitarra con fuerza, para luego empezar a tocar una melodía lenta, y es que sus labios ya se encontraban sobre los míos.

Dulces labios, suaves como el algodón acariciaban mi boca y su lengua tan viperina invitaba a bailar a la mía, su sabor era exquisito, me traía recuerdos de la noche anterior, cuando la misma boca y labios tocaron mi piel, creando caricias y recuerdos.

Sería imposible no recordar el recorrido de sus manos por todo mi cuerpo, porque dejó sus huellas marcadas en él como si fuese tenido pintura fresca en ellas, con cada toque de sus manos mi piel ardía, como los vampiros al tocar la plata, pero se sentía tan bien que lo volvería a repetir una y mil veces más.

No sólo con sus largos besos que provocaron chupones me dejó marcada, fue una marca sentimental. Pero sus palabras aun rondan en mi cabeza, aquellas palabras desvanecieron todas y cada una de mis ilusiones:

  • No te enamores.

Y traté de no hacerlo, pero sí, me ilusioné.

Sin embargo mi respuesta es bastante práctica y no tan sincera:

  • Vete a la mierda!

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