Venezuela no podrá cumplir con cuota OPEP por colapso de la industria

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Durante el período que transcurrió entre 1970 y 1990, Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA) se convirtió en una referencia dentro del sector energético, con una filial (CITGO) en EE.UU y operaciones en una docena de países, además de contar con un intachable proceso de producción que le permitió mantener cuotas de más de 3 millones de barriles diarios. La narco-dictadura instalada por Chávez provocó su deterioro y ahora con Maduro, la empresa se encuentra al borde del colapso, al punto de que la estatal petrolera no podrá cumplir por primera vez en su historia con la cuota pautada por la OPEP.

De empresa consolidada a cartera del populismo

PDVSA inició la década de los noventa como una empresa que estaba en el ranking de las 10 grandes petroleras del mundo, junto a empresas como Exxon, Chevron y British Petroleum. La corporación petrolera sufrió durante el paro petrolero del 2002, cuando Chávez despidió a cientos de personas (altamente caificadas y que habían hecho carrera dentro de la empresa) por oponerse a sus políticas comunistas. Lo que siguió fue la instauración de una directiva afín al PSUV que permitió que PDVSA fuese usada para financiar cuanta misión o campaña necesitara el gobierno de Chávez.

Aún cuando en este mismo período se produjo una de las bonanzas más extraodinarias de la historia (con el barril de petróleo a más de USD 100), no se invirtió dinero en la infraestructura ni en la formación del personal. A PDVSA se le hizo cada vez más difícil cumplir con la cuota de 3 millones de barriles diarios que había sido pactada con la OPEP. El dinero fluyó fuera de las cuentas de la estatal petrolera y hacia los bolsillos de los altos jerarcas del régimen.

En crisis

El ascenso de Maduro coincidió con la caída del precio del barril del petróleo. La sobreproducción había ocasionado que el mercado forzara a la caída de los precios y con el fracking, EE.UU pasó de ser consumidor a también ser productor. PDVSA ahora se enfrentaba a la realidad de contar con un tercio de los ingresos que había tenido y debido al despilfarro y la corrupción, la infraestructura estaba deteriorada. A esto se le sumó la caída de la producción diaria: los 3 millones de barriles diarios nunca más serían alcanzados de nuevo, mas bien iría en caída.

A esto se sumaron las sanciones que ha recibido PDVSA y también la demandas que han perdido por malas prácticas, incumplimiento de pagos o por el deterioro de la calidad de sus productos. En general, se sabe que la petrolera venezolana PDVSA está entregando cada vez más crudo con problemas de calidad a refinadores clave en Estados Unidos, India y China, levantando quejas reiteradas, cancelación de embarques y solicitudes de descuento. Las disputas involucran cargamentos con altos niveles de agua, sal o metales, que pueden causar problemas a las refinerías, de acuerdo con las fuentes, entre ellas, ejecutivos, trabajadores, operadores e inspectores de Petróleos de Venezuela (PDVSA).

Los problemas de calidad se derivan de la escasez de productos químicos e infraestructura para procesar y almacenar adecuadamente el crudo, así como del apresuramiento de despachos para evitar entregas tardías, lo que ha terminado por ralentizar e incluso detener algunas instalaciones de producción de PDVSA. El refinador estadounidense Phillips 66 aseguró públicamente a mediados de 2018 que había cancelado durante el primer semestre del año al menos ocho cargamentos de crudo pesado venezolano. Los envíos cancelados -que representan 4,4 millones de barriles de petróleo- tenían un valor de mercado de casi 200 millones de dólares.

La estatal china CNPC también se quejó a principios de este año sobre niveles de agua en los despachos considerados excesivos. El deterioro del crudo de PDVSA es el más reciente síntoma del mal estado de la infraestructura de producción de la firma, lo que amenaza con acelerar su ya complicada crisis de ingresos, en momentos en que Venezuela enfrenta unos 3.400 millones de dólares en pagos a sus tenedores de bonos en próximas semanas. Los problemas financieros de la principal empresa del país afectan a toda la economía venezolana, en recesión y que depende fuertemente de las ventas de crudo, situación a la que la narco-dictadura de Maduro ha conducido al país, tras la destrucción del resto del aparato productivo. 

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