El narco-terrorismo colombiano pone sus esperanzas en el guerrillero Gustavo Petro

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La segunda y decisiva vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia se aproximan. Fechadas para este domingo 17 de julio, la convocatoria electoral es un auténtico duelo entre la democracia colombiana, representada por Iván Duque, y el comunsimo, representado por Gustavo Petro.

Petro fue guerrillero del movimiento paramilitar M19, llevando una auténtica doble vida en tanto que hasta 1984 sirvió en distintos cargos públicos en el municipio de Zipaquirá. Fue en ese año que reconoció que además de personero de la Alianza Nacional Popular y concejal, también era el “Comandante Andrés”, su alias dentro del grupo guerrillero. A partir de ahí paso a la clandestinidad cuando finalmente fue arrestado en 1985. Pasarían dos años hasta que fuera liberado en 1987, tras lo que volvió nuevamente al grupo guerrillero.

Beneficiario del proceso de negociación que emprendió el gobierno de Virgilio Banco entre 1988 y 1990, Petro continuó con su plan: tomar el poder en Colombia y si no sería por las armas, sería a través de corromper el sistema político colombiano. Fiel a la misma ruta que emprendió Salvador Allende en Chile, Petro se forjó una carrera política pasando de asesor de la gobernación de cundinamarca a Senador, a candidato presidencial en el 2010 (no pasó del 9% y ni siquiera llegó a la segunda vuelta) y finalmente alcalde de Bogotá, ciudad en la que deja numerosas carencias.

Petro prometió que en su gestión como alcalde construiría o adecuaría 86 colegios nuevos y a la fecha del inicio de su candidatura presidencial solo se han entregado tres. Las promesas de invertir en mejoras de vialidad y transporte en la ciudad capital que el político izquierdista hizo, quedaron en palabras, al igual que las iniciativas de vivienda que había propuesto. Como buen izquierdista populista, Petro se ha encargado mucho y de hacer poco.

Entre tanto, Iván Duque, tiene menos trayectoria en cargos público (su única credencial previa es la de ser Senador) pero cuenta con una carrera impresionante en el Banco Interamericano de Desarrollo, organismo del que fue representante en Colombia. Su candidatura ha hecho énfasis en la necesidad de favorecer la inversión, promover el trabajo y el crecimiento económico. Ante ello, lo mejor que puede ofrecer la izquierda es un ex-guerrillero con una gestión fracasada como alcalde. 

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