Mi niña interior y sus añoranzas - Conversaciones conmigo misma

En tiempos difíciles, existen los cambios, las etapas, los viajes de asimilación.

Son encontronazos que tienes contigo mismo y con el espejo. De pronto te encuentras caminando bajo la luz del sol con una sonrisa encandilada pero el clima cambia y el diluvio moja tu rostro. No es tan malo como parece, sólo son momentos repentinos.

Mi niña interior sin querer se está adaptando a vivir una vida de adulta que desde siempre ha vivido: los deberes, el trabajo, la presión, el estrés, el tener que sonreír constantemente, el tener que lidiar con egos, personalidades desechables y la eterna brevedad de los mal de amores.

Lo dices como si a nadie le pasara eso, es egoísmo acaso? Mira lo bien que vives, mira como todos te quieren- me dice mi mente refunfuñando.

-Espera, déjame hablar- le interrumpo yo con los ojos llorosos - déjame sufrir un poco como los demás.

Por favor, déjame patalear y ser inmadura, déjame enredarme entre las sábanas y gritar. Déjame huir de los días soleados, déjame en silencio, sola.

Entiende que nadie está totalmente listo para los cambios.- me digo a mí misma, porque no tengo nadie que me consuele del todo.

"Entiende también que has pasado por tanto, que has vivido por tanto. ¿Es razón para detenerte? Por supuesto que no. - siento como si una mano invisible me acariciara con ternura, como si supiera bien de lo que hablo. Pero también mereces llorar, patalear, comer infinidades de cosas, cantar hasta rasparte la garganta y enfrentarte al espejo para limpiar tus heridas, ¿quién dijo que era fácil?

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Estas últimas veces te ha tocado vivir el paraíso de tu propia tristeza.- siguió la voz- Encontrarte contigo misma, apuñalearte un par de veces mientras, paralelamente, te das la mano para levantarte y limpiarte las lágrimas.

Y nadie entiende de los dolores ajenos. Son cicatrices perdurables que por mucho parecido que tenga con otras realidades, al fin de cuentas son situaciones propias y añoranzas que alguien con suficiente consciencia tendría.

Lo sé, lo sé. ¿Quién puede juzgarnos por entender nuestro proceso? ¿Por qué a veces pensamos tan colectivamente cuando tan solo por un instante, merecemos un momento de auto-compasión para seguir adelante? Con sus respectivos límites, por supuesto. No está mal llorar un día entero.

¿Pero qué es lo que quiere tu niña interior?

-Quiero estar todo el día desnuda cantando frente al sol. Quiero comer helado y juguetear con las mascotas, acariciar gatos, jugar con los perros y volar con las aves.

Quiero pintar con colores verdes, azules, rosas, blancos y amarillos. Después enredarme, tumbar las pinturas y mancharme por accidente; después de eso quiero reír muy fuerte y admirar mi cuerpo lleno de pintura.

Quiero reiniciar el tiempo y volver a tener 8 años; abrazar a mamá y que cantemos Guilty de Barbra Streisand y Barry Gibb montadas en la cama con los mandos del televisor imitando ser micrófonos.


Quiero que vuelva a hacerme arroz con bisteck y lentejas verdes con tocineta picadas y jugo de parchita (mi almuerzo favorito), después acostarnos en la penumbra de la luz de la lámpara y contarle sobre el colegio, sobre las cosas que salían mal. Ella sonreiría, diría un chiste y me abrazaría hasta quedarnos dormidas

Quiero abrazar a mi papá fuertemente y advertirle de los dolores de cabeza, del estrés, del alcohol y de la mundicia humana. Decirle todos los días que lo quiero aunque no siempre despertara con ganas de quererlo.


Quiero subirme a un avión y ver desde las ventanas lo esponjoso de las nubes. Sentir que soy un ave y estoy flotando entre el cielo, gritar muy fuerte con mucha euforia y saber que no hay nadie que me pueda mirarme mal o catalogarme de demente.

Quiero abrazar a mi mejor amigo, volver a cantar todo el día juntos, quedarme en su casa y reír hasta dormirnos. Cantar y ver cómo el sol se despedía de nosotros exactamente a las 6:40 pm mientras hablábamos de los morados, los azules, los naranjas y los rosas que adornaban el cielo...

Hoy una madre se reunió con dos de sus hijos que emigraron. La casa está totalmente vacía.

Comer como bestias un montón de pizza y admirar cada canción de Zoé, de St Vincent y de todas las canciones que oíamos. Quiero volver a llorar con él como una niña inocente y perdida, y que sin necesidad de un abrazo, pudiera recuperarme poco a poco.

Quiero volver a tener lo que ya no tengo, no quiero olvidar a los primeros amores, no quiero dejar de soñar entre azules y rosas, no quiero sentir que estoy perdiéndome entre la multitud con la cara larga, con los sueños rotos y las vidas estancadas. Pero tampoco quiero temerle al encuentro personal, a lo infantil,a lo amoroso y a lo placentero.

Creo que me extendí demasiado para decir que quiero ser feliz sin temer...

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