La Diversidad Biológica más allá del ojo humano

De acuerdo con el Convenio sobre Diversidad Biológica (Brasil, 1992), se entiende por Diversidad Biológica a la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas.

Venezuela es considerado un país megadiverso, ocupa el 7º lugar a nivel mundial y el 6º a nivel en América gracias a que cuenta con más de 1370 especies de aves, 351 de mamíferos, 341 de reptiles, 284 de anfibios, 1791 de peces, 11300 de insectos, más de 1100 de hongos, 2200 de algas y líquenes, 650 tipos de vegetación, los ecosistemas amazónico, andino, atlántico, caribeño y llanero, diversidad étnica y cultural.

Cuando se menciona la conservación de la biodiversidad se piensa en animales y plantas, no obstante, la mayor diversidad corresponde a los microorganismos, se estima que tan solo se ha aislado entre 1% y 3% de los microorganismos existentes, de los cuales muy pocos han sido estudiados.

Cabe preguntarse ¿Por qué conservar la diversidad microbiana? Porque la vida en la Tierra no sería sostenible sin la presencia de la actividad de los microorganismos. Esto es porque el papel de los microorganismos va mucho más allá de la degradación y reciclaje de la materia orgánica y el mantenimiento de los principales ciclos de fijación, captación y liberación de algunos elementos químicos y sus principales compuestos (ciclos biogeoquímicos).

Ahora bien, la necesidad de nuevos conocimientos sobre la diversidad microbiana surge del área científica, la industria y el ambiente. Hoy día es conocido que los microorganismos están relacionados con cambios en los patrones climáticos oceánicos, esto debido a que el calentamiento global produce alteraciones de la temperatura de las aguas oceánicas, el deshielo del permafrost y el calentamiento del suelo bajo este, lo que conlleva cambios en las comunidades microbianas y, por ende, en sus funciones, lo que provoca emisiones de carbono antrópico en forma de metano (CH3) y dióxido de carbono (CO2).

La microbiota intestinal es parte integral del mantenimiento de la salud de sus anfitriones puesto que ayudan a protegerlos de alergias y trastornos autoinmunes, sobre todos en aquellos cuyo sistema inmune está en desarrollo; se ha demostrado que los microbios intestinales están implicados en el manejo de la obesidad y una serie de trastornos metabólicos, ya que participan en la síntesis de vitaminas y cofactores, ayudan a degradar los lípidos complejos y los polisacáridos y tienen acción desintoxicante. Los organismos microscópicos contribuyen desde la saborización de productos hasta la síntesis de sustancias antimicrobianas y vitaminas esenciales para la vida.

En la actualidad se producen tintes ecológicos a partir de microorganismos, así pues existe una empresa francesa que mezcla biología + química verde + diseño, aplicando el arte ancestral de la fermentación a la biología moderna para elaborar el color a escala industrial. Esta empresa produce tintas renovables, fabricadas a través de bioproducción, para reemplazar sus equivalentes tóxicos, no biológicos y no reciclables.

También se han realizado numerosos estudios conducentes al aislamiento de microrganismos con capacidad para degradar agentes contaminantes recalcitrantes como el plástico, así como también para aportar sustancias útiles en la formulación de materiales biodegradables.

Además, diversos microorganismos son de utilidad como indicadores de calidad del agua y alimentos; constituyen la base para la preparación de alimentos y bebidas; son la maquinaria celular para la eliminación de patógenos en el tratamiento de aguas residuales y suelos contaminados.

Finalmente, es importante señalar que comúnmente no se concibe la extinción de las comunidades microbianas (clonas o cepas) pero, de llegar a suceder, el impacto de esta posibilidad será evidente cuando decaigan las funciones ecosistémicas reguladas por los microorganismos, puesto que, por todo lo señalado, la civilización humana pronto colapsaría en ausencia de microorganismos, seguida poco después por la vida restante en la Tierra.

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