¡NO TROTES; CORRE!

Estudios demuestran que el trabajo es
mucho más significativo.
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Particularmente, la manera más común que tenía de hacer ejercicio hasta hace poco era trotar como mínimo treinta minutos cada primera hora de día o última hora de la tarde al menos tres veces por semana. Sin embargo, al momento de probar el beneficio que creía debía estar obteniendo mediante ello por medio de la práctica de un deporte de alta exigencia como lo es el fútbol, los resultados eran simplemente decepcionantes. No me explicaba cómo si era una persona activa que trotaba a lo menos noventa minutos a la semana, a la hora de emplear mi máximo nivel de resistencia cardiopulmonar jugando mi deporte favorito, mi rendimiento no era el que esperaba.

A pesar de ello y quizá cayendo en la negligencia, no fue hasta hace un par de años aproximadamente que modifique mi manera de entrenar. Quizá por un tema de confort en el que me engañaba a mí mismo creyendo que por el mero hecho de trotar kilómetros regulando el ritmo a mi conveniencia ya estaba haciendo lo suficiente para incrementar mi capacidad física (ojo, tampoco era que iba a 2km/h, por decir algo, pero ciertamente podía dar mucho más). No es posible que estuviera más equivocado.

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Y es que trotar, después de caminar, es la opción preferida para quemar calorías a nivel mundial, pero las repercusiones que esto ocasiona sobre nuestro estado de salud no son las mejores. Sucede que correr a una velocidad intermedia durante un largo periodo de tiempo no genera siquiera algo parecido a un beneficio físico. De hecho, un estudio publicado en el año 2008 por la revista médica ''Medicine&Science in Sports&Exercise'' dividió a 27 mujeres en tres grupos obteniendo unos resultados irrefutables.

El primer grupo se dedicó a hacer sprints (correr tan rápido como se pueda) durante solo tres días a la semana, el segundo se encargó de trotar cinco días semanalmente, y al tercero se le propuso que prescindiera de hacer ejercicio alguno. Luego de 16 semanas de esta rutina, el monitoreo arrojó que el primer grupo de mujeres logró disminuir una cantidad importante de grasa en muslos y abdomen. Por el contrario, las pertenecientes al segundo grupo, si bien mejoraron su condición aeróbica, vieron como su índice de grasa se quedó prácticamente igual al de las mujeres que se les encomendó no hacer ningún ejercicio.

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Además de lo inconveniente de la relación esfuerzo/tiempo-resultados, trotar largas distancias puede ocasionar serias afectaciones, ya que implica descargar, en cada zancada, una gran cantidad de presión sobre las articulaciones, siendo especialmente nocivo para la salud de tobillos y rodillas, especialmente cuando se hace sobre superficies rígidas, provocando, incluso, dolores crónicos y desequilibrios. En contraposición, al correr se disminuye cuantiosamente el número de zancadas dadas y, por consiguiente, el impacto que reciben las articulaciones.

En síntesis, correr no es un asunto de edad, sexo, o peso, sino de mantener un óptimo estado de salud mediante la actividad física sin perjuicios en nuestro cuerpo. Con constancia, los beneficios serán inmediatos: Mejores sensaciones y postura, una espalda más resistente y saludable y un centro más fuerte.

SI ERES DE LOS QUE GUSTA DE TROTAR, CONSIDERA SUSTITUIRLO POR CORRER. ¡LOS RESULTADOS SERÁN MUCHO MÁS SIGNIFICATIVOS!

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