Su superioridad fue manifiesta, pero al equipo de Zidane le cuesta trasladarla al marcador. A veces es el último pase, a veces la definición. Benzema seguía bajo mínimos y tampoco Cristiano, más activo, resolvió una que tuvo en el área tras enredarse en un recorte que sobró. Los disparos de Modric y Carvajal quedaron como grandes oportunidades, cuando el dominio se hizo notorio por la buena labor de Marcelo e Isco, desequilibrantes por la izquierda. El Gremio apenas tuvo la pelota, ni se conectó en ataque, pero se defendió bien. No disparó a puerta, salvo un disparo de Edilson en el balón parado que recordó a Roberto Carlos.El Madrid mejoró en la reanudación. Su control pasó a ser autoritario. El Gremio no pasaba de medio campo. Echó mucho de menos a Luan, que incluso tenía que bajar a su área a tomar contacto con la pelota. Apenas se podía desplegar el equipo brasileño, limitado sin su faro Arthur, pero también por la actividad del Madrid a la hora de recuperar la bola. Después de una jugada polémica, con un contacto de Ramos sobre Ramiro después de que el brasileño hubiese centrado, Cristiano se inventó una falta al borde del área tras un buen regate. Luego la metió. Y es extraño. La barrera se abrió y el balón entró por el poste sorprendiendo a Grohe. Otro gol decisivo del delantero portugués.El gol del Madrid era una de las cosas más lógicas que le podían pasar a la tarde. El Madrid, con el colmillo afilado de las finales, no se relajó. Modric, el mejor de la final, la mandó al palo en un disparo desde fuera del área. Y de aquí hasta el final surgió Grohe para dar vida al Gremio hasta última hora. Se la paró a Cristiano, a Bale, que se exhibió en los 10 minutos que jugó, y otra vez al genio croata. El tanteo fue corto para los blancos, que no jugaron la final, la ganaron que diría Di Stéfano, el hombre que llevó al club a la cima del mundo, donde aún permanece.