Mucho gusto. Un placer.

Buenas ansío sean las horas en la que usted, lector, (en el caso hipotético que lo haga) pose su atención en esta publicación, que ambiciono sea lo más parecido a un reflejo parcial de mí mismo. En pro de que mi cuenta no lo dicta, aprovecho este espacio para presentarme de la manera más honesta que se me ha podido ocurrir, mediante una de mis actividades preferidas: la narración.

El registro civil concuerda con mis padres que mi nombre es "Víctor Hugo Bracho", mis amigos (tan escasos como mi estatura), suelen llamarme "Hugo" dado que los que han tenido la mala fortuna de conocer a los integrantes de mi desmantelada familia notan rápidamente el desastre, de que tanto mis dos hermanos (uno mayor y uno menor) y mi persona, compartimos el primer nombre y diferimos del segundo. La falta de creatividad, el empecinamiento perverso de que todos tengamos una especie de "marca" por lo cual indiquen "Ah, sí, tú eres hijo de tu padre", como si la genética no fuese ya lo suficientemente perturbadora. Nací (según ellos, y las atrabiliarias fotos post-parto) el veinte de Julio de 1995, que arroja la aterradora cifra de veintidós años cuando aún lo único que me hace constar que he pasado la pubertad es el abundante bello facial.

Hágase énfasis en que el nombre fue escogido arbitrariamente, nada tuvo que ver el escritor Francés; autor de los miserables, en el resultado que represento. Mi madre no es alguien que disfrute la lectura, y mi padre lee a Paulo Coelho. Bueno, supongo que el universo confabuló para hacer del hecho de mi nombramiento una anécdota ilógica.

En este preciso momento he congelado los estudios, debido a una serie de demandas inexpugnables (no, no tengo hijos), mi ambiente solía ser "Ciencias Administrativas Mención Mercadeo", los números los ejerzo con rapidez, aunque para ser honestos, esta aburrida carrera de oficina es sólamente un prerrequisito para algo mayor; adoraría, en un futuro, poder aprovecharme acerca de un conocimiento empírico sobre el marketing y así poder llevar a la luz un pequeño lugar de recreación junto con mi hermano, donde se celebre el pan casero y el café artesanal.
Este es mi hermano mayor, una figura que respeto y me sirve para debatir sobre eventos fundamentales; exponiendo pan artesanal donde se suplantó la levadura por cebada de cerveza junto con un prefermento de un par de días de antelación.

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Este es un café que lo acepte con cierta indisposición, ¿estaban profanando la autenticidad de mi bebida idilica con tantos aditivos! Esto fue lo que me introdujo al mundo del turismo culinario, es un cafe espesado con algo de ganache de chocolate amargo, crema de leche casera, un shot de ponche de crema, canela rallada y en rama para decorar; el material de la taza de barro también repercute en el sabor del mismo. Fue algo que nos regalaron ( a mí y al amigo con quien viajaba ) una mujer bastante amable, luego de confesarle que no teníamos dinero para costearnos un gran desayuno en los lugares más pintorescos de Mérida.

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Hasta esa fecha, el café con leche era lo más elaborado que mi mente lograba concebir, luego de eso, ¡todo es posible!

Tengo la mala costumbre de que he perdido la línea divisoria sobre donde puede y no involucrarse el humor. No soy un comediante; en algún momento de mi vida he deseado serlo, aunque mi humor es algo extraño, en cualquier momento, inadvertidamente, puedo mezclar un tema con el mismo de una manera curiosa.

No disfruto hablar o escribir acerca de mi mismo, mas, por algún motivo, gozo de un nivel aceptable de soltura al retratarme en letra, como si mediante este medio pudiera resarcir la carente elocuencia verbal. Amo todo lo sustancial, cualquier manifestación que refleje que el autor nos está permitiendo poseer un pequeño fragmento de su alma, que nos permita sospechar que hay cosas más fundamentales dentro de la espiritualidad y desarrollar cierto agrado por el autodescubrimiento; "cada hombre es un camino hacia si mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero" (Herman Hesse, Demian)

¿Dónde nos encontraremos, dónde continuaremos nuestra constante creación?
Pretendo ser observador.

De la misma forma en que alguien apasionado a la música, en algún momento de su juventud, ha deseado ( y en muchos casos conseguido) tocar e interpretar un instrumento musical, me ha sucedido lo mismo en la escritura.
Decía un buen señor, que definirse es limitarse (Wilde, Oscar) ¿Pero no aplica en ciertos casos la limitación, a una concentración para especializarnos en lo amado? Depositar el cien por ciento de nuestra existencia en una meta anhelada, a la par que nos negamos un sin fin de posibilidades por simple elección natural... para mí, la escritura no podría ser más que la mayor manifestación de esta teoría en mi (en ocasiones, mal aprovechada) vida.

Un honor formar parte de la comunidad.

Pd: Para mí, la foto es como si dijera: ¡Hi there!
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