[ESP-ENG] TRES MINUTOS

En tres minutos, toda tu vida puede cambiar abruptamente. En este periodo de tiempo, en este corto espacio que puede parecer una eternidad; a nuestra percepción, puede ocurrir hasta una vida o una efigie de tormentos que desfilan una y otra vez como un ciclo.

No sabía que tales actos tomarían represalias como de un karma, sometiéndome a la peor de las torturas y siendo a la vez observador de ellas. Solo quise verla una última vez y perdí la vida por ello, ¿acaso todo fue real o solo fue otra ventana en la que pude vislumbrar hacia las afueras de mi vida?

Katrina era una mujer amable, y al igual que yo, tenía una cierta conexión con el tiempo. Ella predecía lo que iba acontencer, yo medía los minutos usando mis pensamientos y percepciones. Ella profería palabras que vendrían posteriormente, yo solo suponía lo que pasaría, de acuerdo al efecto de los hechos de los actos pasados.

Aunque nos conocíamos, no éramos un equipo. Ella era un producto inusual de la naturaleza, yo era un estudioso de la consecuencia y la lógica. No podíamos estar unidos, pues la teoría de uno derrumbaría la del otro y eso causaría un choque en la posteridad.

Aunque Katrina no era de esas personas que querrían confabularse conmigo, yo medía su tiempo y su manera de interpretar su vida. Me gustaba pensar que era como un faro, en el que ella dejaba descansar sus temores sobre el mañana, pero nadie supo lo que iba a suceder, solo nosotros, porque ya sea por talento o naturalidad estábamos concientes de las repercusiones.

Fueron tres minutos nada más y el mundo pareció apagarse. Parecía que estuviésemos cubiertos por una cúpula de cristal, en donde el tiempo transcurría mucho más lento. Yo tuve miedo y ella también, era la primera vez que vi esos hermosos ojos verdes sufrir.

Durante esos tres minutos, inesperadamente, llegó de intromisión un extraño que había sido sometido a la adivinación de Katrina. No puedo contarles que fue lo que sucedió en el pasado; el porqué ese hombre tomó venganza contra ella, solo puedo decirles que el sujeto llegó furioso y empezó a amenazarla de muerte.

Como siempre hago, medí el tiempo, usando mi ingenio y particular don de la percepción. Me incluí en la desgracia de Katrina, especialmente cuando el sujeto sacó una navaja y comenzó a aterrorizarla. Pasó medio minuto cuando salió a la luz el arma, luego quince segundos cuando la amenazó seriamente de muerte.

Llegamos al minuto con diez segundos cuando yo intervine, después pasó un minuto y medio cuando el sujeto y yo comenzamos a forcejear; no dejaba de contar los segundos, era mi naturaleza y mi obsesión medirlos.

No llegamos ni a dos minutos cuando el hombre me apuñaleó el abdomen para después dejarme con ferocidad en el suelo, luego fue por Katrina y contra ella provocó una estocada mortal; en ese instante pasaron dos minutos exactos.

El último minuto de esos tres minutos lo pasamos agonizando en el suelo, Katrina estaba peor que yo pues su herida en el pecho era mucho más grave. Intenté levantarme paulatinamente reteniendo la sangre que me escurría. Pasaron dos minutos y medio y Katrina dejaba rápidamente de respirar. Y antes de que se completaran los tres minutos, ella me miró a los ojos e intentó decirme algo, pero su periodo de tiempo terminó y fueron exactamente en tres minutos, en que vi la vida de Katrina extinguirse.

No lloré en ese momento, pues ya era algo que se veía venir. Tres minutos son suficientes para hacer un repaso de toda la vida. Durante ese período de escabroso dolor, tuve una visión del pasado: éramos Katrina y yo de niños mientras observábamos, como en una epifanía, a un hombre sosteniendo una daga en su mano.