Un breve Elogio de la Ingenuidad


Portada creada con CanvaPro

Hoy escuché un refrán popular que me hizo pensar en el asunto de la ingenuidad, aunque no me es desconocido el dicho, tenía tiempo sin oírlo: “Al inocente lo protege Dios”, más allá del evidente matiz religioso del refrán, me importa algo más allá de la religiosidad que lo ciñe. Así que sin más preámbulo, me gustaría comenzar diciendo que en nuestro momento histórico, vivimos en un mundo donde muy a menudo premia la sofisticación, la desconfianza y el cinismo, lo que hace que la ingenuidad puede parecer una cualidad anticuada, incluso un sin sentido. Sin embargo, al adentrarnos en algunos recovecos de índole filosófica, descubrimos que la ingenuidad, lejos de ser una debilidad, puede ser una fuente inagotable de fortaleza, creatividad y sobre todo de conexión humana.

No sé si lo has considerado lo suficiente pero la ingenuidad es, en esencia, es una suerte de capacidad de ver el mundo con ojos nuevos, libres de los prejuicios y las expectativas que nublan nuestra percepción. Es la mirada del niño que se maravilla ante la belleza de una flor, la curiosidad del explorador que descubre un nuevo territorio. Esta cualidad nos permite apreciar la simpleza de las cosas, encontrar alegría en los pequeños momentos y mantener viva nuestra capacidad de asombro. Con lo dicho, me es inevitable desligar la ingenuidad con el asombro.

Desconozco que la vida humana pueda ser una maravilla para todos, lo que si es cierto es que muchas personas y en especial los filósofos, han reflexionado durante siglos sobre la importancia de este tópico en la vida humana. Aristóteles, por ejemplo, consideraba que a partir de la maravilla o el asombro era el comienzo de la filosofía, el impulso que nos lleva a cuestionar el mundo y buscar respuestas. La ingenuidad, al mantener viva nuestra capacidad de maravillarnos, nos conecta con esta fuente primigenia de conocimiento y sabiduría.

Por otro lado la ingenuidad también está estrechamente ligada a la creatividad ya que al no estar limitados por las convenciones y las normas establecidas, los personas ingenuas son más propensos a explorar nuevas ideas y a encontrar soluciones innovadoras a los problemas. Algo interesante, es que la mente ingenua no tiene miedo a lo desconocido, sino que lo abraza como una oportunidad para crecer y aprender.

Creo que es realmente importante distinguir entre ingenuidad y estupidez. La ingenuidad no implica ser crédulo o ingenuo ante el mal, sino que más bien, se trata de mantener una actitud abierta y optimista, sin perder de vista la realidad. La ingenuidad no es una debilidad, sino que realmente es una fortaleza que nos permite navegar por las turbulencias de la vida con mayor serenidad y esperanza. Al cultivar nuestra ingenuidad, podemos abrirnos a nuevas posibilidades y construir un mundo mejor. Así que podemos considedarla como una cualidad interesante, es una fuente inagotable de riqueza interior ya que nos conecta con el asombro. Al cultivar nuestra capacidad de maravillarnos, de creer más en las situaciones y de encontrar la belleza en lo cotidiano, se puede transformar nuestra vida y la de quienes nos rodean. La ingenuidad es, en definitiva, un tesoro que debemos preservar y compartir. Más adelante procuraré profundizar más en este asunto.

Como no todo es lineal y la ingenuidad no es una panacea, te pregunto estimado lector ¿Qué opinas tú sobre la ingenuidad? ¿Crees que es una virtud o un defecto? Comparte tus reflexiones en los comentarios.

Mantente curioso!






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