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El fantasma del limonal


Fuente

 

Me pareció que en esa palma sola que se agitaba cada vez más azuzándome, estaba un hombre con sombrero de paja y un machete de labranza desenfundado y pensé en echarme para atrás corriendo pero mi reputación viril estaba demasiado en juego y para mí la suerte estaba echada.

El enorme monstruo que acechaba tras de la palma sola brincó apenas a un par de metros delante de mí con su machete de fuego y su sombrero de cogollo y colorines...

Desperté en la cama cuando abuela me ponía sales aromáticas en la nariz. Al lado de la cama estaban los restos del fantasma.

El corazón todavía retumbaba cuando los miré. Tío Ernesto y los primos entraron a mi pieza y me contaron lo que había sucedido.

Yo valiente me había enfrentado solo y desarmado contra la luz del limonal y como trofeos de victoria me había traído el sombrero y el machete que ahora serían míos por haber vencido al espíritu.

Tardé un par de años en entender que la luz del limonal había sido mi tío Ernesto, y que yo me había desmayado del susto.

Todo había sido una lección que de seguro aprendí, porque después de enfrentar la luz del limonal me volví tranquilo y apacible, mucho más cauto y considerado, y menos hablador de tonterías.

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