A veces la familia no necesariamente debe ser consanguínea, en mi caso, los artesanos, los indigentes, animalitos en las plazas -ardillas, iguanas, gatos, perros...-, aquella persona igual a mi que espera en algún lugar remoto de la ciudad ser escuchado o compartir el vacío del silencio, todos ellos conforman parte de mi familia y es lo único que tengo: ¡La calle!
En las buenas y en las malas, me han visto crecer, creen en mí y me dan calor en un fuerte abrazo durante el día, festejan mi cumpleaños e invitan a beber y comer...¿Por qué no llamarlos familia? siempre están allí cuando más los he necesitado