DILUVIOS NACIENTES
Habíamos recorrido el camino transido de agua, que
nos separaba del color marrón de la arena y de sus
propiedades curativas ancestrales. Las mujeres
alegraban mi corazón, cubiertas del barro rejuvenecedor
de sus pies y apenas tocadas por la sonoridad de todos
los diluvios nacientes. Un niño aparecía entre los
árboles liderando la caminata distante, mientras
nosotros le seguíamos como militantes solares,
esperando la vitalidad del aire de los confines
sagrados.
VÍRGENES
En ti confluían cánticos y las vírgenes iniciaban sus
alumbramientos. Me despertaban tambores de algunas
iglesias cercanas. Él robaba la partitura de la diosa
infinita. Una tabla le traía reminiscencias del sonido
del agua de los puertos oscuros, mientras otros recorrían
la noche en los amplios balcones de las madres dormidas.
UN RÍO
Decidimos atravesar un río renuente a ser penetrado. En
fila colocamos nuestra voluntad ante el asombro de los
Tepuyes cercanos . En fila retornamos a la orilla. cuando
el agua quebraba mis piernas y las muchachas ordenaban
desviar nuestras miradas hacia el rojo naciente que de
ellas ascendía.
