LA LUNA LLENA
—¡Luna llena! —repetía el doctor —¡Luna llena! —restregaba por las paredes del paritorio. No cabían más camillas. Ni más mujeres.
—¡Mi hija! —gritaba una de ellas —¡Quiero ver a mi hija!
En la esquina, la recién nacida estrenaba sus pulmones. El doctor se acercaba impasible a aquella cara arrugada de boca abierta y desdentada. Sus ojos recorrían los pequeños bultos que los huesos tejían en la piel rosada.
—¡La última!
La enfermera sintió que su corazón se paraba cuando el doctor se la arrancó de las manos. No la midieron. No la pesaron. ¿Qué tendría la chiquilla?
—¿Dónde las lleva, doctor? —preguntó al aire con la mano en el pecho.
Lo siguió por las puertas abatibles y los pasillos, dejando atrás las incubadoras y las salas de espera. Los berreos de la pequeña eran las migas de pan que la guiaban por aquel laberinto de azulejos. ¿Qué pasaba con las niñas?
Los vio desaparecer tras una puerta oscura al final de una galería olvidada. Acercó la oreja a la madera.
—¿Doctor? —el lloro había cesado dejando paso a unos inquietantes chirridos metálicos. Unos crujidos.
La enfermera luchó con la vieja manivela hasta abrir la puerta y chocar con una doble cadena. Escurrió su cabeza en la penumbra. Un mantel blanco. Un cáliz. Una bandeja de plata retorcida. Una bata manchada. Un cordón umbilical colgando de la boca. Carne rosada machacada por mil dientes.
Unos ojos ensangrentados. Un par de lunas rojas y radiantes.
Link de la semana 3 del concurso de microterror256 de @trenz
https://steemit.com/spanish/@trenz/concurso-de-microrrelatos-de-terror-microterror256-semana-3-abominacion