Élitros

ÉLITROS

Las cortinas dejaban traslucir una tenue luz naranja, el ocaso estaba próximo y un dejo de brisa las mecía con suavidad. Afuera un cielo caleidoscópico iba transformando sus sinuosas formas mientras Anaya preparaba el jardín para recibir a sus amigos. Dispuso la mesa con un sencillo e impoluto mantel, donde se acercaron dos coleópteros reacomodando sus élitros. Cuando Kaleb llegó ya estaban visibles miríadas de astros. Anaya le condujo a la mesa donde se encontraban los demás charlando y riendo. Levantó el cristal que cubría al neuropastel y un aroma exquisito los sedujo a todos. Al deglutirlo e irlo convirtiendo en amasijos digeribles , las propiedades organolépticas del mismo atravesaron distintas barreras y enseguida una fuerza convulsa los incitó a satisfacer sus necesidades mas básicas y primitivas. Al ser el último en probar Kaleb pudo notar cómo sus rostros transfigurados reflejaban una laxitud placentera, un frenesí que los trasladó a diferentes epifanías individuales que al cabo de poco tiempo se encontraban fundidas en una sola intención. Nadie sabe cuándo ni cómo se es feliz. Sin embargo, en un jardín, en algún lugar de aquel oxidado planeta a las 74:05 horas del ciclo 29-067 un grupo de jóvenes podían dar certeza de sentir plena felicidad. Luego de unos minutos de lo que se podría llamar una afortunada intoxicación sólo quedaron sobre el mantel los caparazones brillantes de los escarabajos.

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now