Primer Concurso de Fantasías Steemitas - Sabanas húmedas (Parte II)

Ambas estaban entre mis brazos, podía sentir su humedad con cada beso que se daban, con cada beso que nos dábamos. Es poco decir que sus corazones latían demasiado rápido, es poco contar lo mucho que nos estirábamos y encogíamos de placer al desbordarnos entre nuestra desnudez.

Para mí cada caricia era mágica, verlas revolcarse en su sexo era un espectáculo total, me excitaba de formas más allá de todo. Verlas acariciarse, era precioso, verlas masturbarse era encantador, juntarnos así, fue un milagro, la fantasía de nuestras vidas. Nunca olvidaré los hormigueos que me recorrían mientras mi lengua lamía la lengua de Sofía y mi mano hacía gemir a Andrea, deslizándose entre sus piernas. Tampoco olvidaré el momento en que lentamente besaban mi cuello de cada lado, y entre ese cariño mojado, bajaban por mi pecho, corrían por mi ombligo, y llegaban a la central de mis sensaciones.

Lo más lindo fue verlas desde arriba, compartiéndose un poco de mí, tan felices y sonrientes. Sus lenguas subían y bajaban, se mezclaban. Sentí sus gargantas húmedas, una a una, sentía la saliva escurriéndose a través de mí. Escuché cada besuqueo, suave y romántico, estaba yo en la cima del éxtasis. Sus manos sostenían a mi amigo por largos turnos. Lo acariciaban, casi lo tragaban, apretaban y comían de él. Había recesos en los que sentían la necesidad de restregar sus labios, y yo disfrutaba de verlas con mi mejor sonrisa, envuelto en la mejor sensación, y esa felicidad, era recíproca.

Fuente: Foto de mi autoría. Cámara: Huawei P8 Modelo: @Andreag

Cada vez, la atracción entre las dos era más fuerte, eran como dos imanes. Sus ganas de ir más allá eran tan grandes, que si hubo algún gramo de timidez alguna vez, dejó de existir en ese instante. Así Sofía fue bajando lentamente por su cuerpo, y con picardía que brillaba, sus manos abrieron rápido las piernas de mi preciosa Andrea. Antes de comérsela como quien devora el más delicioso dulce, acarició durante unos segundos con sus dedos, muy superficial, y entonces su lengua escapó de su boca y comenzó a lamer, ardiente y con la pasión que pedía a gritos aquel momento desde hacía ya tantos días.

Las manos de Andrea arañaban las sábanas, y apretaban con fuerza el colchón. De su voz, iban saltando pequeños gemidos y respiraciones profundas. Maravillosos sonidos, música para los oídos. Vi sus pezones erguidos, duros, sus pechos me llamaban. Mi lengua y mis manos hicieron el resto del trabajo. Aquellos ruidos eran cada vez más largos y deliciosos. Decidimos invertir la situación y en un segundo ellas dos habían cambiado de lugar. Ahora Sofía era nuestra, tendida y abierta solo para nosotros, nuestros cuerpos erizados temblaban casi muertos de cansancio, a punto del orgasmo, a un pasó de acabar y vaciarnos en la cama. Buscamos desesperados entre sus piernas un tesoro que asomaba entre gemidos, con nuestras lenguas bailando al mismo ritmo lo hallamos, sus piernas temblando terminaron por hacer de nuestras bocas una piscina, una piscina fantástica.