Cuando tenía 18, solía escribir solo para mí.
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Año 2014. 1:07 a.m.
Charlas con un hombre malsano, agresivo y un poco enfermizo. A este señor lo conocí en el momento equivocado. Acompaña mis penas a pesar de su mala reputación. Aunque no lo creas, con él es cuando finalmente logro entender. Caluroso como ninguno. A solas con él, me hace reflexionar y me quita la ansiedad. No me gusta profanar mi ligera amistad, no es bien visto ante muchos. No pienso prolongar nuestra relación, mucho menos encontrarnos diariamente. Suelo aburrirme con facilidad, la versatilidad es mi fuerte.
Entre encuentros ocasionales charlamos y me despojo, y siento que hablo conmigo misma en cada conversación. Nos encontramos en los malos momentos a solas, y es como si se impregnara por todos lados. Pero basta de halagos que no eres bendito de halagar. Eres malévolo y dañino, y tu amistad tiene un precio que pagar. No eres digno de ti mismo, pero entre tanta soledad, amigo secreto, entre tanta locura de mi pensar, compartimos esa oscuridad que nos representa, que está escondida en mí y haces relucir.
Es odio lo que siento por ti, y te gusta porque el odio también es un afecto. Charlas ocasionales de minutos porque eres viejo y te desgastas fácilmente y en esos cortos momentos contigo, exhalo y me libero.
Texto y arte de mi autoría.
