Capítulo 001011
Modernidad
En ella aparecía una pichicata (decir minimalista sería exagerar) casa blanca, sin ventanas, separada del océano por una carretera de dos carriles, en blanco y negro. La fachada de la casa rezaba: “Sala de Televisión”. Olvidé el nombre del fotógrafo, pero recuerdo que el pie de foto especificaba “La Habana, 1954”.
Me sorprendió imaginar una época en que las personas acudían a un lugar específico para ver televisión, había escuchado que antes había pocas televisiones, que las familias acomodadas podían llegar a tener una, que incluso los vecinos se reunían a televisar eventos en la casa de “el que tenía televisión” generalmente con una amistosa invitación y llevando algún aperitivo como agradecimiento.
Pero esta así llamada “Sala de televisión” muestra un momento más arcaico, una suerte de negocio al que (deduzco) se acudía pagando para tener acceso a una atracción, como si de un circo se tratara.
Cuento esto porque, así como me resulta asombrosa la historia de la fotografía, les resultará asombro a las próximas generaciones saber que antes era raro tener acceso a internet en casa, que la única forma de acceder a él era por una computadora; que era lento (pero era lo más rápido que había); que eran complejas de usar y, por muy inteligente que fueras, terminarías solicitando la ayuda del encargado para navegar, y que la mejor manera de gastar un domingo era ir al cibercafé a pagar 20 pesos la hora. En muchas ocasiones ni siquiera se llegaba a entrar al internet, se pagaba por jugar en la red local (o LAN), pues era inconcebible que alguno de tus amigos tuviese dos computadoras en casa, y no, no existían laptops con wi-fi. Lo que a la televisión le costó cinco décadas, al internet le costó solo una, ahora es increíblemente barato su acceso (y todo lo que ello implica); hay en el mercado celulares de segundo uso con wi-fi a $300°°, y acceder a redes gratuitas (o robar la señal de algún vecino neófito) es muy fácil, por no mencionar otras formas de acceso gratuito como las bibliotecas públicas, VPNs, y muchas más que seguramente desconozco. Internet es seguramente el centro cultural de nuestra generación; no crecimos con él, crecimos juntos. Un veinteañero independiente podrá no comer en tres días, pero tiene internet; es más fácil olvidar el hambre navegando que estar lleno pero aislado6. Tal vez por eso internet está sobrevalorado.
- Si no se nota la ironía vuelva a leer la consideración número dos.
Capítulo - 00000 - El Fin de la Civilización
Cap 00101 El tormento de la estrella marina.
Cap 00110 El depa del fin del mundo
Cap 001000 Zer ¡Oh no... Zer! (otaku)
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