Samantha y Serena: dos mujeres que habitan un solo cuerpo.

Con todo placer me presento ante la comunidad de Steemit. Soy Samantha Hopkins. Una mujer de 53 años que ha comprobado que de nada sirve rasgarse las vestiduras ante una traición. Lo propio es utilizar la daga hiriente para romper la crisálida que encierra la resistencia de un ser humano desesperado. Afortunadamente, encontré un tragaluz por el cual me deslizo daga en mano. Nada como entrar bien armado en el universo literario, y tomar de la ficción lo que me hace fuerte en la realidad. Ah…apreciados lectores, no les he dicho, soy escritora de corazón.

Residenciada en Venezuela desde hace 30 años, he vivido sujeta a los vaivenes de la convulsionada sociedad caraqueña. Recién llegada de Seattle, y con apenas 23 años de edad, esta capital me pareció un lugar de inspiración. Mi madre, de origen español, me enseñó su idioma a través de la lectura de una versión actualizada de “Don Quijote de la Mancha”. A mi llegada, Caracas era una pujante ciudad en la que la cultura había ganado espacios importantes, y estaba auspiciando el trabajo de noveles profesionales. Una reconocida editorial enseguida me contrató, y asumí un cargo en la gerencia. Admirador de mis talentos, en pocos meses, el jefe delegó en mí gran parte de la responsabilidad de seleccionar las obras dignas de publicación. Estando casados, él empuñaría el arma de la traición, y huiría con una mujer descarada que no respetó nuestra sagrada unión.

Durante años, representé el papel de esposa amada, y viví Inmersa en las historias narradas en las novelas que arribaban a mi buró. Tallé con la gubia de la experiencia el prestigio que hoy en día es reconocido en importantes urbes de occidente. Mis decisiones condujeron a la fama a un importante número de escritores que deambulaban con un arrugado pergamino bajo el brazo, o con un diskette de su ordenador. Todos con un verdadero talento literario, pero condenados al anonimato por la falta de una oportunidad. Sin embargo, allí estuve yo; dueña del poder divino de cambiar sus vidas. Todavía hoy, me subyuga la idea de ser una deidad.

Pienso que en la ficción o en la realidad, siempre hay un titiritero que mueve los hilos. Y los personajes solo se dejan llevar; son seres desprovistos de voluntad e incapaces de superar su propia irrealidad. Yo soy la creadora y titiritera de un personaje protagonista cuyo nombre es Serena Hierro.

Eso crees tú. Samanta Hopkins eres una gringa atarantada que hasta hace poco jugabas con el destino de decenas de personajes del mundo real. Pero te desdibujaste porque tus ínfulas de diosa se desinflaron cuando la editorial se quedó sin clientes, y tu “maridito” te abandonó por mí. La cultura caraqueña tuvo su hora menguada, y los escritores se vieron obligados a vender incienso en lugar de novelas. Por esa época, sentiste la soledad. Te quedaste sin esposo, sin hijos, sin familia en un país marcado por la cultura de la sobrevivencia. Sin la varita que te daba poder en el mundo real, decidiste (¡por fin!) crear tu propio universo novelesco en el que saciarías el afán de diosa que habita en tu mente atolondrada. En tu novelita, aparezco yo: Serena Hierro, la protagonista que ahora mueve los hilos de tu aburrida vida. Que te quede claro: ya no me controlas. De aquí en adelante, ante los lectores de Steemit me presento yo.

Soy una joven de 23 años que nació en Manaos. Garota escultural que no necesita anteojos como los de la mojigata de Samantha. Llegué a Venezuela hace un año para trabajar en un table dance. El idioma lo aprendí leyendo publicidad callejera. No tuve que conocer al orate de los molinos. Bailo y administro el lugar, y decido la suerte de las teiboleras. Noche tras noche, veo desfilar a bailarinas buscando una oportunidad para entretener a los ricachones que, clandestinamente, pululan en el local.

La ingenua de Samantha no sabe que a su marido tengo atado a mis caderas. Por ahora, no quiero que lo sepa. Ese será un secreto entre ustedes, queridos lectores, y yo.

Seguramente, ya se han dado cuenta de que la diferencia entre Samantha y Serena es obvia. Y la semejanza lo es más: ambas deseamos ser titiriteras. Lo que ella no admite es que su titiritera soy yo.

No esperen de mí una publicación rosa e intelectual. (No se confundan; sé del orate de los molinos porque escuché una conversación de Samantha.) Dicho sea de paso, escribo solo por gusto y gana. Pretendo compartir con la comunidad de Steemit el lado divertido del espacio en el cual me muevo sin complejos ni prejuicios. Quiero que sean testigos de una gran verdad: la vida de una teibolera es más atractiva que la vida de una damita con ínfulas de escritora. La letrada y divorciada escribirá sobre la literatura de los sabiondos, y sobre la experiencia de los rutinarios hombres y mujeres del mundanal.

Ustedes decidirán por quién votar. Les voy a dar una primicia: decidí que la primera publicación estuviera a cargo de Samantha. Y les digo algo más: publicará un artículo referido a su trastorno psicológico (desorden de personalidades múltiples). Según el psiquiatra de Samantha Hopkins, Serena Hierro es un alter ego. Esa va a ser su manera de explicar mi presencia. Yo, por mi parte, no deseo explicar la presencia de ella.

Qué no se diga más que los personajes de una novela no tienen voluntad ni vida propia. En verdad, les digo: quienes asumen que los personajes de una novela no pueden superar la irrealidad de la literatura cometen un grave error. Y si no me creen, piensen en Drácula y en Bram Stoker. (Personaje y escritor: ¿quién existe?)

¡Não é possível! Yo no puse esas palabras en negritas. Con certeza, fue Samantha. Louca desvariada!
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