El gato

Introducción

Esta historia comienza en algún lugar tropical donde la lluvia, cada vez que aparece, tiene la intención de borrar todo rastro humano. Mientras está presente lo logra, espanta a casi todos los humanos y seres vivos en general. Estoy sentado en el alféizar de una ventana, de esta ciudad. Es un lugar gris y desolado, no solo el cielo que se rasga con tanta lluvia es gris, también lo son las calles y las casas, viejas y abandonadas, con los vidrios rotos y al fondo, una cuadra y media, la avenida principal, donde miles de carros pasan, en ellos humanos sin pensar en lo diferente que puede ser el escenario al abandonar esa vía.
IMG_20170621_172855.jpg
En cualquier caso, me estoy protegiendo de la lluvia, he dormido muchas veces en esta casa, los humanos la han dejado recientemente, no fueron especialmente cuidadosos en el aseo y mantenimiento de la casa. Estoy en un tercer piso frío y húmedo, la ventana de varios cuadritos tiene dos vidrios rotos, uno de ellos se perdió hace tanto que ya no quedan recuerdos de esa ventana completa, esa es mi puerta personal, cuando llueve mucho solo entro y me acurruco debajo de la ventana, a veces encuentro cucarachas, puedo jugar con ellas, siempre es bueno jugar un poco con la comida, me encanta ver como mueven sus patitas de forma tan rápida y desesperada cuando se saben presas y al borde de la muerte, luego las suelto y las vuelvo a atrapar, para encontrar aún más desesperación en ellas, termina de llover y yo apenas me entero, el juego siempre ha logrado absorberme por completo.

Hace ya un tiempo he regresado a esta casa abandonada, Tengo casi doce años según la cuenta del tiempo de los humanos, ¿Qué cómo lo sé? Bueno, yo sé muchas cosas, pero poco a poco les voy a contar algunas, por el momento basta decir que ya viví acá, en tres largas temporadas, aunque también la he visitado por algunos días, días que no cuentan para ser temporadas, la primera fue de niño, mi madre decidió que este era su refugio, como ella, a mi tampoco me ha gustado mantenerme siempre en el mismo lugar, así que mi estancia fue corta, como el tiempo que estuve con mi familia. La segunda vez fue cuando era un “chico” rebelde y busca pleitos, en ese tiempo no vivía tan cerca pero las peleas me parecían tan divertidas que conquistar territorios se volvió lo mío, ahora acá todo viejo y cansado pienso que pude ser más precavido y menos buscapleitos, así tendría menos dolores, sin embargo esa etapa fue decisiva para llegar a esta edad. La última vez que terminé en esta casa, se encontraba ocupada por humanos y me dieron curiosidad, fue la primera vez que sentía curiosidad por ellos, tenía para ese entonces nueve años, como era mi casa ellos poco a poco se convirtieron en mis humanos, sin embargo un día salí y la vida me tenía preparados una serie de eventos que me impidieron volver y ahora que lo he logrado, mis humanos se han ido, por eso estoy acá refugiándome de la lluvia y pensando en lo que he vivido, son tantas historias, que merecen ser recordadas en un libro.

Lo que me gusta de este refugio es que el mundo se ve muy diferente, en mis cuatro patas pasó desapercibido por las calles pero también me siento vulnerable, ya no soy joven, soy más lento y más desvergonzado, prefiero reposar a esperar por lo que viene que ir a buscarlo, siempre hay tanto ruido, y piernas, manitas que intentan tocarme o tirarme piedras. En un tercer piso nadie te presta atención, nadie te nota pero lo puedes ver todo sin ser un intruso. Un momento, acá viene, nunca puntual, por la esquina en medio de un escándalo una niña, la he observado varios días, acompañada de una mujer, ambas opuestas, la mujer seria y reposada, la niña chillona y descuidada.

Me recuerda a mis humanos, viví con un grupo de cinco cuatro adultos y una niña, la casa siempre ordenada y callada, hasta que aparecía la niña, la verdad era un poco irritante, pero era la que a veces me daba de comer, dormía en esta habitación, fue mi primer contacto amigable con los humanos y la conocí a los nueve años de vida, los humanos no son muy amistosos o tal vez no lo fueron conmigo. Mi niña era ruidosa y despreocupada, a veces tosía mucho, porque su ventana no estaba completa, la adulta la tapaba con cartón, que después mi niña retiraba para que yo pudiera ir y venir, me gustaba mi niña aunque no siempre la soportara, ahora no sé donde está y me gustaría poder seguir viéndola. Por eso me detengo ahora en la ventana, como el primer día que volví y espero a ver a la niña que pasa por esa calle, vive casi enfrente de mi refugio, no es una niña extraordinaria, pero parece no enterarse de lo que pasa a su alrededor, justo como mi niña, han de ser cosas de la edad o de las niñas, no sabría decirles nunca he conocido un niño que se pareciera un poco a mi niña, todos los que he visto me ignoran o me tratan mal. Al lado de la niña, una mujer la acompaña siempre nerviosa, como olfateando peligro a donde dirige la vista, moviéndose deprisa, pero siempre lento, como todos los humanos, y buscando el refugio de atravesar esa puerta roja, su casa.

Pienso para mis adentros, cómo contrasta con esa pared gris y llena de manchones que otros han dejado en el tiempo, instantáneamente al entrar en su patio, que es grande aunque nada agraciado, solo una torta de cemento, la mujer se relaja, baja la vista y al fin sonríe a la niña, la deja despreocupada y camina al fondo a su casa diminuta, la niña no parece feliz de estar en casa, no se relaja, no lo necesita y tampoco tiene prisa por entrar, definitivamente las niñas son muy distintas a las mujeres, ellas no saben mi historia, yo no sé las de ellas, no sé si podríamos funcionar, pero a mi edad... me avergüenza pensar que tal vez me gustaría tener unos humanos míos otra vez.

Esa mujer sabe que la observo, porque siempre, antes de entrar a su casa, que de vez en vez visito, echa una mirada de soslayo, como quien no quiere la cosa, a mi ventana. Nos conocemos, aunque somos unos perfectos desconocidos, sus ojos negros ya no parecen nerviosos, más bien aburridos, me buscan, y me encuentran ahí vigilante, pero la mujer vuelve a ignorarme y continúa con su vida, sin embargo esos ojos, esa niña ¿qué será lo que esconden? ¿Por qué me llaman tanto la atención? ¿Cómo es que desde mi tercer nivel ella es capaz de verme? Nadie me ve pero yo puedo ver a quien quiera, no sé si quisiera darles una oportunidad, como vagabundo que soy la convivencia en grupo no me debería interesar, ya veré más adelante si quiero o no quiero algo más de la vida. Por cierto, ¿les he contado que soy un gato? Bueno, esa historia será para después.

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now