Esclavo del pensamiento- el tocadiscos universal parecía manipulado por un cinéfilo al que le había gustado mucho la banda sonora de una película de guerra, chirriaba la descendente conversación de quienes pierden las esperanzas pero se habían acostumbrado al vicio de ser adepto, adicto a la sociopatía tirana de quien hace trampa- tiendo a prescindir del presente por mirar a la ventana del antier, del año pasado... Frente al paisaje difuso y multimanipulado por algunas experiencias, dirijo mi mirada a la tarde sonrojada en que luego de pensarlo, redactarlo y corregirlo tantas o más veces que el "Corazón del cielo" al hombre, hice un primer ensayo para la universidad donde hoy curso, con 22 años, el octavo semestre de Educación mención Castellano y Lietratura. "Qué eres" y "quién eres" se enunciaron como preguntas por el profesor. Recuerdo que imaginé el trabajo terminado, pero mi cerebro, humano, no tomó un poco de "espacio", ni "tiempo", ni "agua" para intentar trazar la tentativa primera frase, ni el esquema osado, ni alguna respuesta en ese segmento inmaterial que nos posee. Estaba un joven vestido de rojo pensando en su nombre cual bandera planeando desde la cima de una montaña hacia el abismo; primer día de clases, llegaba temprano; andaba en la abstracción conspiratoria de la puntualidad, como un perro prosopopéyico que había adquirido hogar; tomaba su transporte universitario, aplaudía para pedir parada; reposaba sobre las almohadas temprano en el anoche para regalarle a Hipnos ninguna hora de sueño, hasta que en el mismo anoche despertaba para partir al conocimiento. Así que allí, sin el comodín del pensamiento en calma, se encontraba un joven carmín en un salón rodeado de personajes secundarios y de escenografía extraída del granito y la madera. "Rafael Vásquez". "Rafael Vásquez". "Rafael Vásquez". Pensaba. Pensaba. ¿Pensaba? Hoy quiero agregar que tal vez esos Rafaeles eran la melodía de una canción, joropo-jazz, que sugería acompañamiento.
Fuente: facebook
Fotografía: Alejandro Venegas
A la inversa llegó a su casa y, siendo un Conejo de Lewis Carroll, tomando bolígrafo y hojas compiladas, llenó la hoja de garabatos, rayas y grafías de la civilización de Plutón o del país de los médicos. Nada. ¡Vaya! Caí en la trampa de la novatada por segunda vez en el día (la primera fue pagar el autobús dos veces cuando ya estaba dentro de la universidad) al creer que en tal academia me iban a hacer una pregunta sencilla que más que concha de mango, era piel de Durián. Por tanto, repito, tardé días en pensar, redactar y corregir una respuesta que creí saberme inequívocamente, o que venía inoculada a la mentalidad, a mi idea. Pero me atreví a responder. De algún modo era reflejo sobre el cristal de la ventana y no sobre la vibración del golfo, lo que ahora justifico con el combustible ignorancia que se usa para hacerte raspones en la experiencia. Hoy no me atrevería a responder alguna de las dos preguntas, pero sí rescataré que <soy "One and Only" de Adele solapada con "La oración del tabaco de María Rodríguez">. Solo eso, porque de palabras ni una letra, de tonos ni una onda y de esencia ni una certeza.
El vinilo aún guarda los fortísimos staccatos que preceden corcheas muy graves o muy agudas. El calor no ha olvidado la industria lacrimosa que se ha perpetuado en suerte de erotismo mítico. Las carreteras son la piel de un ciudadano, que (por muy cliché) se transfigura en músico de la escena más triste y desesperante del Titanic, llenas de siluetas y manchas petroquímicas. Las letras se eyaculan solas con el frote del teclado. Las respuestas requieren mucho más, tanto como una muerte o las mismas que el gato... Pero, ¿por suerte?, hay silencio.
Por parecer esta plataforma más limitada que la vida, intentaré definirme.
Soy un recién llegado. Un recién nacido en este caudal oceánico. Sin embargo, reúno muchas expectativas debido a que fue sugerido por dos personas muy queridas y admiradas. Estas comentaban que si tenía la intención de leer y compartir contenido de calidad, en cualquier arte, me dirigiera a las orillas de esta red y, en clavado (previo conocimiento de algunas cosas) me dejara llevar por su corriente. Que, sin temer mis dimensiones humanas, ellos ayudarían (y el contexto virtual en general) a irme transfigurando en pez, aprendiendo y, por encima de cualquier cosa, disfrutando. Ante esto, no queda más que correr con confianza a las costas y danzar frente al mar hasta ser arrastrado.
Para compartir, traigo artes.
Me dedico a la música popular y coral.
También me dedico a la literatura. Más a la poesía y al ensayo que a otros géneros.
Fuente: Facebook
Fotografía: Zailé Palacios
Vengo con muchas ganas de experimentar todo lo que pueda. A profundizar en temas, a tratar con estética las más profundas sensaciones, a cantar, a conocer, a leer. Vengo a pasarla bien y llevar un poco de mundo, de bellezas, de armonía.
Gracias, Steemit por recibirme. Gracias a todos los que quieran acercarse a compartir.