After 25 years of a career as a teacher, Maritza left her house to one of her daughters and enjoyed her retirement by living for seasons in each of her 4 children's houses.
When she was in the same city where two of them lived, she split her days between both houses, taking advantage of her grandchildren being on vacation so she could go out with them occasionally.
Her eldest son, Vicente, was always attentive to his mother's steps, taking care of her especially to prevent any falls or accidents that could reduce her mobility, as he knew that for her, being independent was essential.
When it was time to move, he always made sure to take her or pick her up wherever she was, or alternatively, call her an Uber.
But Maritza was somewhat impulsive, driven precisely by the spirit that freed her from the constraints of schedules and commitments, so one day she preferred to take a taxi on the avenue rather than have her son, who was tired from work, have to go out again to take her to her sister's house.
Despite Vicente's insistence, she affectionately said goodbye to each of her grandchildren and went to the avenue where she was seen getting into a brown taxi.
After 9 pm, her sister Amelia, where she was headed when she left, called Vicente to ask if their mom had decided to stay at her house, since she hadn't arrived yet.
Visibly alarmed, he told her that Maritza had left for there three hours ago, so both he and his sister began to worry because their mother was not one to deviate from the plans she always told her children.
Part of the freedom that Maritza achieved was precisely doing what she wanted when she wanted, so she flatly refused to use a cell phone, making it really impossible to locate her that way.
Her children decided to go to the police to file a report, receiving the response that they needed to wait at least 48 hours before she could be declared missing. It was two long nights that the family spent searching among friends, hospitals, and even the morgue, without any positive answers.
The distressing search by her children during those 48 hours was truly exhausting, until finally the police began to conduct the necessary investigation. Each family member was interrogated one by one, in order to have a clear history of Maritza's last movements before she disappeared.
After compiling information, they were told to stay alert in case a ransom call came, as the case seemed to have elements of a kidnapping. However, for a week, they received no calls and no new clues about Maritza's whereabouts.
This situation prompted her other children, who lived in different cities, to move to support the investigation in any way they could, along with their siblings who each day regretted letting their mother go alone in that taxi.
The key breakthrough came from the recordings of the nearest security camera to where she took this transport, which although didn't provide many details being a block away, helped determine the model of the taxi, an old brown car with dark windows, which prevented the driver's face from being distinguished, hindering the investigation.
The rear license plate was missing, so they couldn't track her down that way either.
Months passed and the investigation stalled. However, the case became of interest to the entire city, and even local media began to report on Maritza's case, hoping to get vital information about her whereabouts.
The city was plastered with notices that had a picture of her and a phone number to contact, thinking it would be a way to achieve something positive, however it was quite the opposite, as many people dedicated themselves to giving false leads that instead of increasing the hopes of finding Maritza, they were hindering all the pain and the drama that her family was going through.
Vicente, who was a civil engineer, had to return to work shortly after, but at the end of his workday, he would stop by the police station hoping for some answers.
A new project arrived at his office, and besides the money he would earn from it, having something else to think about helped him to distract his mind. It was a mall that they would build on the outskirts of the city.
One week after starting the earthmoving to lay the foundations, one of the workers came across a skeleton, reporting it to the authorities, who arrived along with a group of forensic experts. The construction project was halted.
During the process of gathering the remains, a second skeleton was found. Both were taken to the research laboratory as part of the process.
The family expectations grew. It had been a year since Maritza had disappeared without a trace, and although they hoped the answer would be negative, they also wanted to bring closure to so much pain.
An envelope sealed with the result was handed to Vicente, who in the solitude of his office, prepared to open it before telling the rest of his family about the content. A tear rolled down his cheek, dampening the paper: Maritza had finally been found.
Luego de 25 años de carrera como maestra, Maritza dejó su casa a una de sus hijas, y disfrutaba de su jubilación viviendo por temporadas, en las casas de cada uno de sus 4 hijos.
Cuando estuvo en la misma ciudad en la que vivían dos de ellos, repartía sus días entre las casas de ambos, justo aprovechando que sus nietos estaban de vacaciones, y así poder salir de paseo con ellos de vez en cuando.
Vicente, su hijo mayor, siempre estaba pendiente de los pasos de su madre, cuidándola sobre todo de alguna caída o accidente que pudiera hacer que su movilidad se redujera, ya que él sabía que para ella, poder ser independiente era lo principal.
Cuando de trasladarse se trataba, siempre procuraba llevarla o buscarla a donde ella estuviera, o en su defecto, llamarle un Uber.
Pero Maritza era un tanto impulsiva, llevada justamente por ese espiritu que se liberó de las ataduras de horarios y compromisos, así que un día prefirió tomar un taxi en la avenida a que su hijo, quien llegaba cansado de trabajar, tuviera que nuevamente volver a salir para llevarla hasta casa de su hermana.
A pesar de la insistencia de Vicente, ella se despidió cariñosamente de cada uno de sus nietos, y se fue a la avenida a donde la vieron a lo lejos montarse en un taxi color marrón.
Pasadas las 9 de la noche, su hermana Amelia, a donde se dirigía cuando salió, llama a Vicente para preguntarle si su mamá había decidido quedarse en su casa, ya que no había llegado todavía.
Visiblemente alarmado, le dice que Marirza había salido para allá hacía ya 3 horas, con lo cual, tanto él como su hermana empezaron a preocuparse, en virtud de que su madre no era de irse fuera de lo estipulado en los planes que siempre les comentaba a sus hijos.
Parte de esa libertad que logró Maritza, era justamente hacer lo que queria cuando lo quería, por lo que se negaba rotundamente a utilizar un teléfono celular, así que tratar de ubicarla de esa manera realmente era imposible.
Sus hijos decidieron ir a la policía a colocar la denuncia, recibiendo la respuesta de que debían esperar por lo menos 48 horas para que se declarara desaparecida. Fueron dos largas noches que pasó la familia buscando entre amigos, hospitales y hasta la morgue, sin tener ninguna respuesta positiva.
La angustiante búsqueda de sus hijos durante esas 48 horas fueron realmente agotadoras, hasta que finalmente la policía empezó a hacer la pesquisa necesaria. Uno a uno fueron interrogados los miembros de la familia, de manera de tener un historial claro de los últimos movimientos de Maritza antes de desaparecer.
Luego de tener un cuadro de información, les dijeron que estuvieran pendientes por si llamaban pidiendo un rescate, pues el caso tenía matices de ser un secuestro. Sin embargo, durante una semana no recibieron ninguna llamada, ni se presentaron nuevos indicios sobre el paradero de Maritza.
Toda esta situación hizo que sus otros hijos, quienes vivían en ciudades diferentes, se trasladaran para tratar de apoyar en lo que pudieran en la investigación, y también a sus hermanos quienes cada día se lamentaban el haber dejado que su madre se fuera sola en aquel taxi.
El punto clave los dieron las grabaciones de la cámara de seguridad más cercana al sitio en donde ella tomó este transporte, que aunque no daba muchos detalles por quedar a una cuadra de distancia, pudo ayudar a determinar el modelo del taxi, un auto viejo color marrón con los vidrios oscuros, lo cual impedía que se determinara el rostro del chofer, entorpeciendo la investigación.
La matrícula de la parte trasera estaba faltante, así que por ahí tampoco podrían rastrearla.
Pasaban los meses y la investigación no avanzaba. Sin embargo, el caso pasó a ser de interés de toda la ciudad, e inclusive los medios de comunicación locales comenzaron a reseñar el caso de Maritza, tratando de que alguien diera información vital sobre dónde se encontraba.
La ciudad fue empapelada con avisos que tenían una foto de ella y un teléfono a donde comunicarse, pensando que sería una manera de lograr algo positivo, sin embargo fue todo lo contrario, ya que muchas personas se dedicaron a dar pistas falsas que en lugar de aumentar las esperanzas de encontrar a Maritza, lo que hacían era perjudicar todo el dolor y el drama que estaba viviendo su familia.
Vicente, quien era ingeniero de obras, tuvo que incorporarse a sus labores al poco tiempo, aunque al final de su jornada, pasaba por la policía con la esperanza de tener alguna respuesta.
Un nuevo proyecto llegó a su oficina, y además del dinero que ganaría por ello, tener algo más en qué pensar, le servía para distraer la mente. Era un mall que construirían en las afueras de la ciudad.
A la semana de empezar la remoción de tierra para sentar las bases, uno de los obreros se topó con una osamenta, dando parte a las autoridades, quienes se hicieron presentes junto con un grupo de peritos forenses. El proyecto de construcción se vio paralizado.
En el proceso de recabar los restos, un segundo esqueleto fue hallado. Ambos fueron llevados al laboratorio de investigaciones, como parte del proceso.
Las espectativas de los hijos aumentaron. Ya había pasado un año desde que Maritza se había marchado sin dejar huellas, y aunque esperaban que la respuesta fuera negativa, también querían dar un cierre a tanto dolor.
Un sobre sellado con el resultado le fue dado a Vicente, quien en la soledad de su oficina, se dispuso a abrirlo antes de decirle sobre el contenido al resto de su familia. Una lágrima rodó por su mejilla, mojando el papel: Maritza por fin había sido encontrada.
Foto/Photo by: ICSilviu, Pexels, Rasor (Pixabay) and Heather Green (Unsplash)
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