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¡REYES DE EUROPA! ESPAÑA HA VUELTO A CONQUISTAR LA GLORIA.

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"Es fútbol, pero esto son valores. Es una generación de futbolistas que son un ejemplo para la sociedad. Jóvenes y veteranos con ganas de trabajar, compañerismo y solidaridad. Todo lo que ayuda a competir y luchar para ganar algo. Lo más importante no es el logro, es el proceso. Lo llevo comentando durante 44 días y estos futbolistas son un ejemplo para la sociedad por los valores que representan. No sé si cambiaremos algo en la sociedad, pero la gente joven que vea a estos jugadores no como niños mimados, sino como gente que ha trabajado muchísimo. Tenemos que felicitarnos de tener una generación de futbolistas maravillosa. El fútbol evoluciona, no solo en el aspecto técnico. No es comparable con otras selecciones del pasado. Las de Aragonés y Del Bosque fueron las mejores en la época y fueron innovadoras. Hemos evolucionado, nos hemos adaptado al fútbol moderno y es un cambio natural. Con estos futbolistas es más sencillo”. - Luis de la Fuente sobre su seleccionado español campeón de Europa.


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Nota Personal del Autor:

Entre tantas sensaciones abrumadoramente positivas -”las de volver a casa” a escribir sobre mi gran pasión y las de ver a la España de mis amores coronarse, nuevamente, campeona de Europa-, querido lector, créame que no sabía muy bien por dónde arrancar la presente entrega. Pero he de hacerlo con la palabra “Volver” porque este que os escribe ha vuelto a un sitio que siempre se ha sentido como un hogar dónde compartir sus pasiones y porque La Roja ha vuelto a reclamar su trono en la élite del fútbol internacional. ¡Estamos de vuelta! Y aunque en esta vuelta no disfrutaré de todo el tiempo que quisiera para publicar con la constancia deseada, dedicaré una parte de mi único día de descanso a compartir este ratito de alegría pletórica con ustedes a quienes tanto echo de menos. Entremos en materia.

España lo ha vuelto a hacer, ha jugado una Eurocopa de Naciones perfecta de inicio a fin, un torbellino de fútbol que en marzo de 2023 todos daban por muerto, de la mano de Luis de la Fuente, un entrenador que porta el bajo perfil como bandera y que, a la sombra, trabaja por y para su grupo de futbolistas; un grupo en que él ha mostrado una fé ciega y al que ha hecho funcionar de manera impoluta e inconmensurable. Dicen por ahí, que las comparaciones son odiosas, pero, en esto del fútbol, inevitables; todo honor y toda gloria a la generación dorada de la Roja que conquistara lo que nadie ha conseguido en la historia Eurocopa-Mundial-Eurocopa (2008-2010-2012), nos hicieron soñar y disfrutar de las mieles del éxito, pero esta España -la de Don Luis de la Fuente que brilla en la absoluta modestia- supera en formas a las de Don Luis Aragonés y Don Vicente del Bosque y ello son palabras mayores.

Que lindo es que el fútbol haya vuelto, que lindo es que lo haga en medio de las convulsiones políticas de la Real Federación Española de Fútbol, convulsiones de las que Luis de la Fuente aisló a su grupo, decantándolo a disfrutar de todo su potencial futbolístico con la misma maestría con la que se decanta un vino añejo en su tierra, La Rioja. De la Fuente tomó a un puñado de jugadores por los que nadie daba un pimiento y, con un fútbol fulgurante, punzante y mucho más profundo que el del “Tiki-Taka”, ha conquistado la cuarta Eurocopa de Naciones con autoridad absoluta.



Francia, Alemania e Inglaterra eran las favoritas antes de que arrancase el torneo, pues a ritmo de un dulce toque de pelota colectivo, la sapiencia y brillantez en el centro del campo sumadas la frescura y profundidad del “dúo maravilla” por los extremos, España las borró a las tres del mapa sabiendo sufrir cuando tuvo que hacerlo. España ha añadido, en el Olímpico de Berlín, otro día de gloria a las páginas doradas de sus libros de historia deportiva, y sí, la presa final ha sido Inglaterra un Reino con el que el de España ha tenido las suyas a lo largo de la historia -y como aquí nos gusta la historia las referencias se vuelven inevitables- la Grande y Felicísima Armada de Don Luis de la Fuente sí resultó ser invencible, 7 partidos inmaculados y el trono de Europa para el agasajo del Reino, una nueva consolidación del poder español en Europa ante una desolada Inglaterra que ha acaecido por segunda vez consecutiva en una final Europea.

Una generación de futbolistas imberbes cobijados por los nombres y galones de Carvajal, Morata, Nacho, Rodri o el duende -magia, encanto- de Jesús Navas, el último sobreviviente de la dinastía española, se ha plantado en el máximo escenario europeo -y para muchos del Mundo- con la templanza de veteranos de mil batallas a disfrutar de su fútbol con ese sazón pueril que es inherente a sus edades. España se divirtió en el campo mientras nos hacía divertirnos a todos los que le veíamos. En esa diversión descosió a la anfitriona Alemania, a la todopoderosa Francia y a la temible Inglaterra; esta última plagada de nombres brillantes que se encuentran bien consolidados en la Premier League (y un geniecillo Merengue candidateado al Balón de Oro), pero que no saben ser un equipo que amalgame la ingente cantidad de talento que poseen, y eso es culpa de Southgate y su propuesta mezquina.


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Ha sido la Eurocopa de España -y ahora nadie tiene más en sus vitrinas- Reyes absolutos de Europa desde el debut ante Croacia hasta la final de hoy ante Inglaterra ambos duelos con el cielo Berlinés como testigo. Tras un primer tiempo trabado y tenso, que dejó a Rodrigo Hernandez -el punto de equilibrio español, un mediocampista total- como soldado caído pero que trajo a un Zubimendi descomunal y muy a la altura, España rompió el juego y el cero en el marcador con un pase, tan mágico como inesperado, de Dani Carvajal para desarbolar a Inglaterra, la pelota con el exterior del lateral Madridista sorprendió hasta a Lamine Yamal que la esperaba hacia la banda, “el niño maravilla”corrigió su trayectoria, se disfrazó de un “8” y, en vez de probar a puerta, sirvió en bandeja de plata el esférico a su “bro”, que cortaba el sector contrario del área con el filo de una espada y su zurda como un cañón para doblegar al valiente Pickford. 1-0 y todo era algarabía en el graderío rojo.

Pero España, no es España en las grandes gestas si no ha de sufrir -con la salvedad del recital ante Italia en Kiev-, e Inglaterra ya sin Harry Kane en el campo de juego -quizá en un desesperado de Southgate por aislar a los suyos de la “Maldición del Huracán de Walthamstow”, abdicando en favor de un Ollie Watkins que fuera solución cuasi milagrosa en la semifinal ante Países Bajos; no fue Watkins, pero sí Cole Palmer -otro futbolista que merecía muchos más minutos de los que vió bajo el mando de Southgate en esta Eurocopa- asistido por “la varita mágica” de Jude Bellingham quien encabezaba la reacción Inglesa con más orgullo que fútbol. Golazo del mediocampista ofensivo del Chelsea y los cartones se emparejaban, aunque el desarrollo del juego siguió sin cambiar su guión. España encajó el golpe con señorío y siguió buscando aquello que ya sentía tan suyo porque nadie tenía su claridad, su brillo y su pegada.



Algo hay de mágico en la Selección Española de Fútbol que es capaz de unir a una España que aún arrastra las heridas abiertas de su pasado, de su Guerra Civil, de su separatismo y de sus polaridades políticas; España es una si la Roja juega, se gusta y, por ende, gusta; y en términos de rivalidades deportivas enconadas, el Rojo se vuelve un color de muchos colores; porque los blaugranas han defendido como nunca el placaje de Carvajal a Musiala y los Merengues han gritado con el alma el golazo de Yamal ante Francia con Rabiot como espectador de primera fila, porque los béticos han aplaudido el despliegue de coraje de Jesus Navas ante el potente Mbappé y los hispalenses el acto de magia y escapismo de Fabían ante los alemanes. No hay herida histórica, ideología política ni color que supere al candor de la Roja que es capaz de cohesionar a un país acostumbrado a la división y polarización.

Toda España, a pesar del empate Inglés, vibraba la posibilidad latente de un “Big Bang”, un momento que lo explotara todo de nueva cuenta en su favor, porque la historia del fútbol español en finales de competiciones internacionales -ya sea en clubes o selecciones-, suele acabar así. España e Inglaterra coqueteaban peligrosamente con la prórroga cuando Oyarzabal y Cucurella lo rompieron todo en una perfecta pared en largo, Mikel abrió al costado en el infalible precepto de “toco y me muevo” y el lateral de cabellera extravagante devolvió aquella pelota de primera intención y con precisión impoluta para que Oyarzabal escribiera su nombre en la memoria del pueblo español como lo hiciera Fernando Torres ante Alemania o Iniesta ante una selección que, por aquel entonces, aún se podía llamar Holanda. España ha vuelto a reclamar su trono Europeo, y esta generación apunta con todas su fuerzas a competir en el panorama de la elite Mundial, ya nadie puede ningunearles, ellos mismos se han granjeado su licencia para soñar. El silbatazo final en el Olímpico de Berlín trajo consigo la apoteosis absoluta de un equipo que supo merecer este título de principio a fin, que llegaba a Alemania borrado de la lista de favoritos y a todos ellos los borró.

Hasta pronto y gracias por leerme, familia.


✍🏼: Paco Andújar ⚽

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