Anoche terminaron tres de las series divisionales y solo queda por saber si los Filis de Filadelfia serán capaces de acabar hoy el martirio de los Bravos de Atlanta. La verdad, creo, la tienen difícil para remontar los indígenas porque Bryce Harper no los deja tranquilos. Es como una especie de ensañamiento de postemporada de quien sería uno de los mejores peloteros de la historia de la gran carpa, sino fuera porque las lesiones lo mantienen fuera de cuando en cuando. Los demás, Texas, Houston y Arizona jugarán por el derecho de ir a la serie mundial.
Sin embargo, en la crónica de hoy nos vamos a referir a la serie divisional jugada entre Dodgers de Los Ángeles y los Diamondbacks de Arizona ¿la razón? Una de las caídas en las apuestas más increíbles de la historia. Nadie, repito, absolutamente nadie aparte de los ofidios, creyó podrían lograr el pase en la liga Nacional a la siguiente instancia. Los Dodgers vienen enseñoreando la liga desde hace diez temporadas al punto de que ya son considerados una dinastía. Lejos quedó el día donde ellos mismos se bañaron en la piscina del Chase Field en Phoenix.
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¿Por dónde empezar el análisis de esto cuando las palabras se escapan de nuestro asombro? La serie comenzó en el Dodgers Stadium con los especialistas apostando en cuantos juegos sacarían a los ofidios del campeonato. Lo que ellos no sabían es que la ofensiva de Los Ángeles no carburaría en TODA la competición. 96 turnos al bate con 17 hits para average de .177 es un puntaje colectivo que se habría esperado de los chicos de Arizona, pero no fue el caso. Y estamos hablando de un roster que tiene a Mookie Betts, un probable rival para Ronald Acuña Jr. por el premio de jugador más valioso (MVP) de la temporada 2023.
Tal performance les entregó el puesto diez de doce equipos que comenzaron la postemporada. Claro, esto tiene una explicación: los lanzadores de los Diamondbacks que mantuvieron a raya a la ¿temible? ofensiva de los Dodgers. El pitcheo colectivo de los ofidios ha ponchado a 42 oponentes en 45 innings completos. En esos cinco juegos (incluyen los dos juegos del comodín), Arizona solo permitió 11 carreras limpias, diseminó 38 hits y solo regaló 2 jonrones, para una efectividad colectiva de 2.20 ¡Esto es un cuerpo de pitcheo excepcional! Eso les colocó en el puesto 2 de doce equipos competidores.
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Entretanto, la ofensiva de los chicos del desierto fue tórrida (incluyendo los juegos de los comodines): un OPS colectivo de .877 los tiene en el primer puesto de doce equipos bateadores en las series. Han botado 13 jonrones (incluyendo 3 del careta venezolano Gabriel Moreno en cinco juegos), coleccionaron 44 hits, 19 extrabases, 22 pasaportes y siete bases robadas, suficientes para impulsar 29 carreras y hacer historia en su propio estadio, para matar una serie que se les veía cuesta arriba y por la cual nadie se había arriesgado a darle como favoritos ¿No es hermoso?
Los Dodgers de Los Ángeles ganaron más de 100 juegos apuntalados por su pitcheo en la temporada regular, pero el bullpen y los abridores solo fueron una sombra de ese período. Ver como a Kershaw le cayeron a leñazos fue muy triste. En total, el pitcheo colectivo tuvo el puesto once de doce equipos: permitieron 19 carreras limpias en 26 innings completos, permitieron 9 jonrones y 29 hits para una efectividad colectiva de 6.58. Así no se puede, es imposible ganar series cortas con un cuerpo de lanzadores tan deficiente. La verdad, no merecieron jamás el honor de ser favoritos.
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La venganza de los chicos de Arizona fue completa. Al caer el último out de la noche, fueron a darse el chapuzón en la misma piscina donde 10 años atrás, los Dodgers les habían irrespetado. Cuando un equipo está para cosas grandes lo demuestra. Los oficios se convirtieron en el primer equipo en la historia que logra batear cuatro jonrones en un mismo inning. Nunca había pasado. Lo dramático fue que, habiendo bateado ya tres, el venezolano Gabriel Moreno consumía turno cuando suelta un leñazo por el jardín derecho que salió ajustado al palo que delimita el campo.
Moreno recorrió las bases creyendo había sido jonrón y la revisión solicitada por Los Ángeles les dio la razón: había salido de foul. El criollo no se amilanó y volvió a la caja de bateo. Al siguiente lanzamiento volvió a botar la pelota hacia la banda contraria para el cuarto jonrón del inning y para entrar en la historia junto a sus compañeros. Honor a quien lo merece. Los Diamondbacks entraron a los anales de la MLB por mérito propio y es un equipo embalado. No quisiera ser quien los enfrente en la serie final de la liga ¿Y ustedes?
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