¡La Frustración: Un Monstruo Necesario!

Imagen generada con Ideogram

Estaba en mi cuarto, tranquilamente, cuando de pronto... ¡zas! Un mensaje de mi esposo me saca de mi paz interior. Lo abro con curiosidad y me encuentro con un video: un señor caminando, seguido de un niño pequeño, ambos frente a una barrera de hilos. El papá, con su altura, la supera sin problemas, pero el niño... ¡ay, el niño! Se tropieza, se cae, lo intenta una y otra vez, hasta que, finalmente, con lágrimas en los ojos, lo logra.

Mi reacción inmediata: contestarle a mi esposo diciendo "¡Entiendo el mensaje, pero me desespera demasiado!". Y sí, no soy la única. La escena me remueve como mamá, me invade esa necesidad de proteger, de ayudar a mi pequeño a evitar el dolor y la frustración. Pero... ¿y si me equivocara? ¿Y si, en lugar de un enemigo, la frustración fuera un aliado?

Pasé el resto del día dándole vueltas al video. Soy una madre intensa, lo admito jajaja, y no pude evitar analizar cada detalle, cada tropiezo, cada lágrima. Entendía la importancia de esos pequeños retos para el desarrollo de los niños, pero mi instinto maternal no comprendía cómo el papá podía ver a su hijo llorar sin ofrecerle ayuda.

Y entonces, llegó la revelación. Esta mañana, mientras escuchaba un podcast sobre salud mental, una psicóloga me abrió los ojos: la frustración es necesaria. ¡No lo podía creer! ¡La frustración es importante! Mi mente hizo click al instante. El video no solo hablaba de enseñar a los niños a ser perseverantes, a no rendirse, sino también de desarrollar su tolerancia a la frustración.

¿Y qué es la frustración? No es más que ese sentimiento de agobio, de impotencia que surge cuando las cosas no salen como queremos. Es esa vocecita interna que nos dice "no puedes", "no eres lo suficientemente bueno", "abandona". Es el monstruo que nos acecha en cada obstáculo.

Imagen generada con Ideogram

Y pues resulta que la psicóloga contaba que hoy en día hay mucha depresión (ojo, no solo por esa razón, pero sí una de sus causas) porque no somos capaces de enseñarle a los hijos a frustrarse. Que estamos sobreprotegiendo tanto a los niños (ojo, que no está mal, pero no en exceso, ya que todo en exceso hace daño) que al final no saben que en la vida también existen momentos de frustración. ¿Y qué pasa si alguien no se frustra? Pues simplemente no sabe cómo actuar y esa falta de capacidad de respuesta los inmoviliza y no los hace accionar eso que todos deberíamos tener, que es aprender de la situación, insistir, persistir o, si es el caso, abandonar eso que se hacía pero sabiendo que se intentó. Entender que renunciar no es malo, que es parte de la vida.

Es decir, que este monstruo no tiene por qué ser nuestro enemigo. La frustración, cuando se maneja de forma adecuada, puede ser un gran maestro. Nos enseña a ser resilientes, a levantarnos después de cada caída, a buscar nuevas estrategias, a descubrir nuestra propia fuerza interior.

Es como ir al gimnasio para el alma. Al principio, duele, sí, pero a medida que entrenamos, nos volvemos más fuertes, más capaces de afrontar los retos que la vida nos presenta.

Entonces, como madre intensa que soy, me pregunté: ¿cómo puedo ayudar y ayudarme a mí misma y a mi hijo a lidiar con la frustración? Pues, entre lo que investigué y analicé, creo que lo importante es:

Validar nuestras emociones. No minimizar sentimientos. Expresar y dejar que exprese su tristeza, su enojo, su frustración. Un simple "te entiendo" puede hacer maravillas.

Ofrecer apoyo, no soluciones. No le resuelvo los problemas, lo guío para que él mismo encuentre las soluciones. Le hago preguntas como "¿Qué puedes hacer para resolver esto?", "¿Qué te impide lograrlo?". Y en mi caso, buscar soluciones ante lo que me aqueja.

Celebrar los pequeños logros. Cada paso adelante, por pequeño que parezca, es un triunfo. Reconozco mi/su esfuerzo y mi/su perseverancia.

Ser un buen ejemplo. Los niños aprenden por imitación. Si me ve frustrarme y rendirme con facilidad, él también lo hará. Le demuestro que la frustración no es el final, sino un paso más en el camino hacia el éxito. Entonces, cuando mi hijo de 4 años le cuesta hacer algo, le digo “respira, vamos a intentar de nuevo, tratemos de buscar la solución y si no la tiene, aprendimos algo de esto”.

Entonces para hacer el cuento largo corto, el video me abrió los ojos. Me mostró que la frustración, ese monstruo que acecha en cada obstáculo, no es un enemigo, sino un maestro disfrazado. Un maestro que nos enseña a ser resilientes, a levantarnos después de cada caída, a buscar nuevas estrategias y a descubrir nuestra propia fuerza interior.

Ayudar a mi hijo a enfrentar la frustración no significa protegerlo de ella, sino enseñarle a convertirla en una aliada. Guiarlo para que la vea como una oportunidad para aprender, para crecer, para descubrir que tiene la capacidad de superar cualquier desafío.


Fuente

Espero que este pequeño escrito te haya inspirado a ver la frustración con otros ojos. A reconocerla como un maestro disfrazado, un "mal necesario" que puede impulsarnos a alcanzar nuestros sueños. Porque la vida no es un camino de flores, sino un campo de batalla. Y en esa batalla, la frustración es un arma poderosa que podemos usar a nuestro favor.

Bye.

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now
Logo
Center