El sentimiento dominante en los inicios del siglo 21 / The dominant sentiment at the beginning of the 21st century

La llegada del siglo 21 trajo consigo el revivir un fenómeno estudiado por psicólogos, sociólogos y otros teóricos de la conducta humana, me refiero al vacío existencial, ese sentimiento de vacío, falta de sentido o falta de propósito que puede invadir nuestras vidas.

Es la sensación de que no estamos aprovechando todo nuestro potencial, que estamos desconectados de nuestro verdadero yo o que estamos a la deriva en un mundo caótico. Este sentimiento puede manifestarse de varias maneras, como falta de dirección, sensación de aburrimiento o sensación de desconexión de los demás.

En el siglo XXI, el vacío existencial ha adquirido nuevas dimensiones. Con el auge de la tecnología y las redes sociales, nos bombardean constantemente con información y estímulos, pero muchos de nosotros nos sentimos más aislados y desconectados que nunca.

Además, el rápido ritmo del cambio tecnológico y la creciente automatización de los empleos han generado una sensación de incertidumbre e inseguridad. Muchas personas luchamos por encontrar un trabajo significativo y las fuentes tradicionales de identidad y propósito, como la religión y la comunidad, ya no son tan relevantes. Esto ha dejado a muchas personas sintiéndose a la deriva y desconectadas de su propósito.

Todo esto se expresa en los estados depresión, ansiedad y agotamiento, así como una sensación de desesperanza y desesperación, por ello nos desconectamos de la sociedad y nos volvemos menos productivos.

Afortunadamente, el reconocerlo es el primer paso para superarlo, de allí que sea necesario volver a conectar con nuestro verdadero yo, es decir, tomarnos el tiempo para reflexionar sobre nuestros valores, pasiones y fortalezas, para así construir relaciones significativas, con otras personas que compartan esos valores e intereses que nos dinamizan y adoptar el aprendizaje permanente.

Esto último, lo refiero, debido que el ritmo del cambio tecnológico significa que debemos adaptarnos y aprender constantemente para mantenernos relevantes y comprometidos con el mundo que nos rodea.

Para cerrar, el vacío existencial es una fuerza poderosa en el siglo XXI, con implicaciones significativas para nuestra salud física y mental, nuestras relaciones y la sociedad en su conjunto. Sin embargo, al comprender sus causas y adoptar soluciones podemos comenzar a superarlo.




The dominant sentiment at the beginning of the 21st century

The arrival of the 21st century brought with it the revival of a phenomenon studied by psychologists, sociologists and other theorists of human behavior, I am referring to the existential void, that feeling of emptiness, lack of meaning or lack of purpose that can invade our lives.

It is the feeling that we are not tapping into our full potential, that we are disconnected from our true selves, or that we are adrift in a chaotic world. This feeling can manifest in a variety of ways, such as lack of direction, feeling bored, or feeling disconnected from others.

In the 21st century, existential emptiness has taken on new dimensions. With the rise of technology and social media, we are constantly bombarded with information and stimuli, but many of us feel more isolated and disconnected than ever before.

In addition, the rapid pace of technological change and the increasing automation of jobs have created a sense of uncertainty and insecurity. Many of us struggle to find meaningful work and traditional sources of identity and purpose, such as religion and community, are no longer as relevant. This has left many people feeling adrift and disconnected from their purpose.

All of this is expressed in states of depression, anxiety and exhaustion, as well as a sense of hopelessness and despair, so we become disconnected from society and less productive.

Fortunately, recognizing this is the first step to overcome it, hence the need to reconnect with our true self, that is, to take the time to reflect on our values, passions and strengths, in order to build meaningful relationships with others who share those values and interests that energize us and adopt lifelong learning.

The latter, I refer to, because the pace of technological change means that we must adapt and constantly learn to stay relevant and engaged with the world around us.

In closing, existential emptiness is a powerful force in the 21st century, with significant implications for our physical and mental health, our relationships and society as a whole. However, by understanding its causes and adopting solutions we can begin to overcome it.

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