LA MÁSCARA DE LA SAYONA (Cuento corto)


photo_20210127_003512.jpg


«Castiga a los que tienen envidia haciéndoles bien.»


— Proverbio árabe

photo_20200731_202247.jpg

LA MÁSCARA DE LA SAYONA

Guillermino se mecía fuertemente sobre la mecedora en el porche; susurraba. Miraba al horizonte con miedo cuando el crepúsculo comenzaba a reinar. La sabana se inundaba de sombras y era cuando las palmeras y las colinas hacían alusión a titanes enfermizos. Sus ojos exhibían una pavura que comenzaba a erizar hasta la superficie del suelo. Un escalofrío sobrenatural proveniente de la nada acariciaba su cuello dejándolo inerte. Mi compadre Elías siempre iba por él, acudiendo a su soledad cada noche sabiendo los estigmas de su cruel demencia, y le contaba historias que se arrojaban con brío sobre los muros de su senilidad.

Cuando Guillermino era más joven y la enajenación aún no perturbaba su conciencia, jineteaba por los llanos pasando de pozo en pozo hasta llegar a la casa de María la roja; que le decían así por llevar las mejillas y los labios de color carmín, y el cabello teñido con un matiz claro que asemejaba al resplandor de una puesta de sol. Los amantes se cubrían con la pasión infiel y llegado ya el albor de la noche póstuma, se separaban profiriendo el siguiente encuentro.

Bajo las sábanas del manto crepuscular Guillermino se apresuraba a todo galope para llegar a su casa en medio de la llanura. Su esposa, un ama de casa mayor que él, amasaba el maíz pulverizado sobre el pórtico de su casa mientras esperaba a su marido con una única lumbre. Al escuchar el trote de cascos furiosos, fijaba su mirada al horizonte detectando la aproximación de una figura negra cubierta por las sombras. Guillermino, como siempre, saludaba a su mujer con un beso, pero ésta solapaba sus disgustos puesto que sospechaba que su esposo la engañaba.

La esposa de Guillermino; doña Medea, no tenía fama de bienhechora. Se decía que quedó viuda porque mató a su anterior esposo poniéndole una mapanare en su lecho mientras dormía. También se cuenta que mató a su único hijo de cinco años como venganza, porque su marido andaba de mujeriego y quería herirlo por donde más le dolía. Todas aquellas habladurías eran solo eso, rumores, aunque para poca gente no lo eran y decían que esa mujer era más vil que el mismo diablo.

Doña Medea era una mujer muy desconfiada y entrañaba con suspicacia la actitud de su marido con ella. Guillermino una vez nos contó a Elías y a mí que ella era una bruja. Doña Medea de vez en cuando hablaba con espíritus y evocaba con estos el arte del esoterismo; echándole mal de ojo a todo aquel que le cayera mal o simplemente poniendo en práctica su poder conferido. También nos contó que dentro de su vieja petaca de madera se encontraba una máscara, que hacía alusión al terrible espectro de la Sayona; la leyenda dice que las personas la usaban para invocar al espíritu y que este cumpliera sus peticiones.

Guillermino siempre vivió con el horror de que su esposa lo maldijo, descubriendo su infidelidad con María la roja, y este pensamiento fue la raíz de su demencia, puesto que visualizaba a su mujer colocando un velón a medianoche en un altar, susurrando plegarias a la Sayona para que atormentara su cordura. Y aunque doña Medea no la hubiera invocado, el demonio igual se le apareció al pobre hombre; portando su sayal negro como un vampiro de la noche, destellando sus ojos amarillos y relucientes como un lince. En medio de la penumbra camino de ver a su amante, un alarido atajó su recorrido por completo; dejando petrificado a su caballo y a sus pies, cambiando su osadía por la faz del miedo.

El cántico helado de un alma en desgracia fue a por él, conjeturando sus pavores con una pesada estela. Refinó el episodio póstumo de su muerte a causa de una afilada guadaña y entrando a los confines de un infierno tormentoso. Nos dijo que al voltear la mirada hacia el frío que lo acompañaba, divisó el rostro de un monstruo que se extendió con tinieblas hasta cubrirlo por completo. Guillermino fue encontrado al otro día en ese camino sobre el suelo; con los ojos desorbitados y una respiración lánguida. Se dice que esa misma mañana, antes de que el sol bañara la sabana con su esplendor, doña Medea abandonó la casa y nunca más se supo de ella.

Mi compadre me explicó que Guillermino aún sueña despierto con esa noche. Parafraseando su encuentro con la Sayona mencionando cada aspecto físico del espectro. Y aunque el pobre hombre le teme a la oscuridad por ser la vestidura que el demonio ostenta, la enfrenta cada noche; intentando, quizás, invocarla para que le devuelva parte de su alma o se la lleve por completo terminando el calvario.

FIN


Escrito por @universoperdido. 26 de Enero del 2021


La foto de portada es de mi propiedad, tomada con un celular moto e4 y editada con PhotoScape y Snapseed.

photo_20200731_202247.jpg

Relatos anteriores

CARTAS
CRISTALIZADA
VIAJANDO POR SOMNIA


¿Eres escritor? ¿No encuentras un lugar adecuado para colocar tus trabajos literarios? Unete a Literatos, una comunidad en Hive donde puedes publicar tus cuentos, poemas, ensayos literarios y novelas inéditos de tu propia autoría.



GIFs elaborados por @equipodelta

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
3 Comments
Ecency