La historia detrás de la llamada
Eran las 9 de la noche y la sala de espera del hospital estaba poco concurrida. Yo había llegado con una torcedura en el brazo y aún no me atendían, por lo que había decidido quedarme quieto cerca de una de las ventanas que daba hacia la calle. De repente la veo, ella estaba sentada cerca, con la cara baja, su silueta se reflejaba en el vidrio que dejaba ver las luces de la calle. Ella hablaba por teléfono.
=o:0X0:o=
Aunque su voz era baja, era audible. Alguien del otro lado de la línea le hablaba. Ella hacía en el vidrio, con su dedo índice, la imagen de un corazón. Dentro del corazón ponía una letra y luego otra. Los monosílabos salían como si fueran grietas por las que se escapaba algo, tal vez ella misma, que se ve tan frágil con una mano escribiente que garabatea una historia.=o:0X0:o=
Ella no sabe que la observo y por eso llora. Pregunta por qué y se lleva la mano a la frente dejando visible la imagen del corazón en el vidrio. ¿La noche tiembla o es ella quien lo hace? Mi falsa calma me mantiene sentado, quieto, pero atento a cualquier cosa. Ella entonces acerca sus labios al celular y una plegaria brota. Hay un silencio largo, luego un por favor y después, su cara me lo dice: está rota.=o:0X0:o=
La miro y su presente está marchito a pesar del brillo de la noche remendada. Corta la llamada, luego mira nuevamente la ventana. Su mano borra ferozmente el corazón y luego se levanta, camina de prisa hacia la puerta de salida. Yo la veo y quiero ir detrás de ella, pero extrañamente me ha dejado de doler el brazo y sin saber por qué me duele el corazón borrado, que en ella ha dejado de latir.
Aunque su voz era baja, era audible. Alguien del otro lado de la línea le hablaba. Ella hacía en el vidrio, con su dedo índice, la imagen de un corazón. Dentro del corazón ponía una letra y luego otra. Los monosílabos salían como si fueran grietas por las que se escapaba algo, tal vez ella misma, que se ve tan frágil con una mano escribiente que garabatea una historia.
Ella no sabe que la observo y por eso llora. Pregunta por qué y se lleva la mano a la frente dejando visible la imagen del corazón en el vidrio. ¿La noche tiembla o es ella quien lo hace? Mi falsa calma me mantiene sentado, quieto, pero atento a cualquier cosa. Ella entonces acerca sus labios al celular y una plegaria brota. Hay un silencio largo, luego un por favor y después, su cara me lo dice: está rota.
La miro y su presente está marchito a pesar del brillo de la noche remendada. Corta la llamada, luego mira nuevamente la ventana. Su mano borra ferozmente el corazón y luego se levanta, camina de prisa hacia la puerta de salida. Yo la veo y quiero ir detrás de ella, pero extrañamente me ha dejado de doler el brazo y sin saber por qué me duele el corazón borrado, que en ella ha dejado de latir.