El silencio de la lluvia.

Observo las gotas mientras se deslizan en el aire, la delicadeza de los bordes que se mezclan con el mundo; me parece tan distante todo allá fuera.

Tan lejos de mi, y a la vez, demasiado cerca, lo suficiente para sentir, para hacerme parte de algo que no deseo.

Danza el suave aroma de mi piel sobre el silencio. La ausencia, es producto al ruido de la lluvia, no es agresivo, sólo constante, un sonido que me aísla lo suficiente para volverse imperceptible.

Las siluetas en el aire conformadas por las luces que abandonan su nitidez, corren de un lado, hacia otro, tal vez se dirigen a algún lugar, quizás sin saber lo que buscan en realidad.

El tiempo parece estar sentado bajo la lluvia, como si hubiese sido castigado con ironía, esperando, aguardando algo.

Las personas se sientan junto a él, con paraguas, aún así, continúa empapado, no hace más que preguntarles; quizás alguien le ha dejado tirado, parecen estar dormidos por el viento.

Cada uno de sus segundos mueren bajo las gotas, que terminan congeladas al pasar las horas.

Me gustaría escucharle, sentarme a su orilla, descubrir qué desea, o al menos, qué necesita. Aunque los días terminasen conmigo.

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