El festín
Miguel se quedó en casa para estrenar el último vídeo juego en línea que causaba furor en las redes sociales por las extrañas historias contadas.
Él estaría solo durante el fin de semana, sus padres regresarían el lunes, luego de visitar a los abuelos en la campiña. Así que nada le impedía dar rienda suelta a la lujuria en un sexo virtual seguro.
Odiaba la campiña, los cuentos de criaturas merodeando los alrededores y los cuidados de sus abuelos lo fastidiaban sobremanera. Sintió alivió cuando su madre accedió a la petición de dejarlo quedarse.
La casa era solo para él, y mientras siguiera las instrucciones de su padre, estaría seguro. No le abras la puerta a nadie. La despensa, repleta de comida y las viandas en la nevera preparadas por su madre, aseguraban un deleite al paladar. ¿Qué más podía pedir?
Sonó el celular. Era su amigo Antonio, quien con voz temblorosa, le advirtió que no ingrese al juego en línea.
—¿Te has vuelto loco? —exclamó atónito.
—¡No, Miguel! Yo mismo comprobé los rumores. Y sí, ¡es cierto!
Él adolescente rió a carcajadas, burlándose de su amigo. En el fondo, escuchó como sí sorbieran a través de dos pitillos, y un débil quejido entre labios.
—¡No ingreses por tu bien, espero escapes de mi destino! —, colgó súbitamente la llamada.
—¡Antonio, Antonio. Pamplinas. No creas que me asustarás!
Sentado frente al televisor, mientras engullía tres emparedados de jamón y queso con lechuga, veía una vieja película cómica sobre monstruos clásicos. Un tonto gordito trataba de advertir al déspota flaco el acecho de malignos seres. Entre risas olvidó la advertencia de su amigo.
Conmutó la señal de cable y la gran pantalla de 75 pulgadas quedó apareada con el monitor de la laptop. Dispuesto a disfrutar el sonido envolvente, tecleó la dirección del sitio web indicado en la página del reto.
Una hermosa vampiresa semi desnuda abarcó el centro de la pantalla y sensualmente le dijo.
—¡Invítame a entrar a tu casa!
—¿Qué esperas?, ¡ven!
De la pantalla al cuello. Una mordida e hilos de sangre manchando en un festín inesperado.
Fin
Imagen modificada de Kai Suckow en Pixabay
The feast
Miguel stayed at home to premiere the latest online video game that was all the rage on social media for the strange stories told.
He would be alone for the weekend, his parents would return on Monday, after visiting grandparents in the countryside. So nothing was stopping her from unleashing lust in safe virtual sex.
He hated the countryside, the tales of creatures prowling the surroundings, and the care of his grandparents annoyed him greatly. He was relieved when his mother agreed to his request to let him stay.
The house was his own, and as long as he followed his father's instructions, he would be safe. He doesn't open the door to anyone. The pantry, stocked with food and the lunch boxes in the fridge prepared by his mother, ensured a delight to the palate. What more could he ask for?
The cell phone rang. On the other side, Antonio, with a trembling voice, warned him not to enter the online game.
"You've gone mad?" He exclaimed in astonishment.
"No, Miguel!" I checked the rumors myself. And yes, it is true!
The teenager laughed out loud, mocking his friend. In the background, he heard as if they were sipping through two straws and a weak moan between lips.
"Do not enter for your good. I hope you escape from my destiny!." He suddenly hung up the call.
"Antonio, Antonio!" Moonshine. Don't think you will scare me!
Sitting in front of the television, while he gobbled three ham and cheese sandwiches with lettuce, he watched an old comic movie about classic monsters. A chubby fool tried to warn the skinny despot about the lurking of evil beings. Laughing, he forgot his friend's warning.
He switched the cable signal and the large 75-inch screen paired with the laptop's monitor. Eager to enjoy the surround sound, he keyed in the website address listed on the challenge page.
A beautiful semi-naked vampire covered the center of the screen and sensually said to him.
"Invite me to come into your house!"
"What you expect? Come!"
From the screen to the neck. A bite and threads of blood staining in an unexpected feast.
The End
Una micro ficción original de @janaveda
Imagen de portada LoganArt en Pixabay
