De sus escamas, me empapé

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De sus escamas, me empapé



De esta calle de los azulejos,
apareció un hombre a lo lejos.

Venía su cuerpo de algas lleno,
y con un caminar pleno
en poco tiempo se me acercó.

Escupió un cangrejo y preguntó:
"¿has visto a aquella mujer sin senos?"
Ahí pensé que él del coco no estaba bueno.

"No, señor, sólo vendo pellejos",
pero yo no era ningún pendejo.

Debajo del muelle, la guardé,
de esa mujer yo me enamoré.

La rubia sirena del pirata algoso
me enseñó su corazón escamoso,
y desde ahí más nunca la dejé.



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