CAPITULO 12. TEMPUS
Naiara llegaba exhausta al piso treinta y dos del edificio, como de costumbre, luego de un largo día de trabajo, las jornadas se habían intensificado para todos los hechiceros, consiguiendo frenar el desastre ocasionado por los usuarios malditos. Magnus hizo una galante entrada en los minutos posteriores.
—Las roedores regresan a las alcantarillas —expresó elevando sus brazos.
La anciana soltó una carcajada.
—Aún no podemos cantar victoria, querido —mencionó la veterana.
—Desafortunadamente, estás en lo cierto hermosa mía —dijo cambiando de ánimo —Disfrutemos de los pequeños triunfos en el proceso.
El anciano se acercó a su admirada mujer y le dio un beso apasionado. Tumbándose en el sofá junto a ella durante algunos instantes. Al encontrarse descansado, con los brazos extendidos sobre la cabecera, suspiró.
—Me temo que deberemos tomar medidas, mientras damos con el paradero de las principales sabandijas.
Naiara asintió.
—La información que manejamos en estos momentos es delicada, soy consciente del peligro que representa.
Magnus exhalo.
—La vida del hechicero es complicada querida. Por momentos me siento exhausto, aun siendo ancianos…hemos de enfrentarnos con osadía a la muerte.
La mujer ya suponía hacía dónde se dirigía la conversación.
—Quise aprovechar la oportunidad en medio de las circunstancias para plantear alguna solución, una salida razonable… a esta pesada carga…heredada.
La expresión de Dominus era de frustración.
—Mis intentos por elevar una solución han sido mermados, mi amor —comentó el anciano con cierto reproche —Desde tiempos inmemoriales, la humanidad vive con los ojos vendados.
—Siento tu pena, amado mio —expresó Naiara empatizando con la desilusión de su compañero.
—Parece que fue ayer…esos días en los que iniciábamos nuestro camino, desarrollando nuestras habilidades…procurando ser de los más fuertes… ¿Lo recuerdas querida?
La anciana sonreía elevando su mirada de una forma nostálgica.
— Por supuesto que lo recuerdo, mi amor — dijo en un tono dulce — Cada vez son más los jóvenes que se cuestionan nuestra forma de… vivir.
Dominus giro su cabeza, que aún seguía reposando en la cabecera del sofá.
—Así es mi amor, sin embargo es nuestro deber iniciar los cambios, aunque no podamos ver el resultado, impulsar las reformar, dejar las primeras rocas, de lo contrario reinaran las ideas…pensamientos…extremos.
—¿Aún sigues pensando en lo que planteo aquella hechicera?
—Por breves periodos, querida —confesó el veterano.
—Hiciste bien en contribuir, aunque haya sido monetariamente —manifestó la dama.
—Es lo menos que podía hacer…alguna esperanza brotará de cualquier semilla.
La anciana sonrío.
—Nuestra hija regresará pronto —dijo Magnus, cambiando de tema.
Eso cambió el ánimo en la pareja de abuelos, sin embargo Naiara y a pesar de la felicidad que le generaba, sabía que existía la posibilidad de que ese encuentro se atrasara.
—Así sea, amor mio.
—El comendador le ordenó a Cassius regresar a la región. —comentó el anciano.
—Era de esperarse —respondió la chaman —Algunos pocos nos encontramos bajo el ojo del huracán.
—Debemos salvaguardar el documento hasta que los altos mandos nos reunamos una vez más y sellar este capítulo de la historia — expresó Dominus consternado — El hecho de no poder confiar bajo ningún concepto a nadie la información, de cierta manera nos ata de manos.
—¿Tienen una fecha estimada?
Magnus soltó una risa descontenta.
—La fecha “tentativa” —dijo haciendo el esto con las manos, es dentro de siete días, en el mismo lugar de la primera confederación.
—Es increíble que hasta para eso sean anticuados— comentó Naiara quejándose —¡El tiempo apremia santos cielos! —exclamó indignada.
—El margen es muy amplio querida mía, temo que los criminales desaparezcan antes de ir tras ellos.
La anciana giró los ojos en blanco.
Un hombre fornido vistiendo boina negra se abría paso desde el ascensor.
—La seguridad ha sido reforzada maestro.
CHAPTER 12. TEMPUS
Naiara arrived exhausted at the thirty-second floor of the building, as usual, after a long day of work, the days had intensified for all the sorcerers, managing to stop the disaster caused by the cursed users. Magnus made a gallant entrance in the minutes that followed.
"The rodents return to the sewers," he said, raising his arms.
The old woman laughed.
"We can't claim victory yet, dear," the veteran mentioned.
"Unfortunately, you are right, my beautiful one," he said, changing his mood. "Let's enjoy the small triumphs in the process."
The old man approached his admired wife and gave her a passionate kiss. Lying down on the couch next to her for a few moments. Finding himself rested, with his arms extended over the headboard, he sighed.
—I'm afraid we'll have to take action while we find the whereabouts of the main vermin.
Naiara nodded.
— The information we handle at this time is delicate, I am aware of the danger it represents.
Magnus exhaled.
—The life of a sorcerer is complicated, dear. At times I feel exhausted, even though we are old...we have to boldly face death.
The woman already guessed where the conversation was going.
—I wanted to take advantage of the opportunity in the midst of the circumstances to propose a solution, a reasonable solution... to this heavy... inherited burden.
Dominus's expression was one of frustration.
—My attempts to raise a solution have been diminished, my love —the old man commented with some reproach —Since time immemorial, humanity has lived blindfolded.
"I feel your pain, my beloved," Naiara expressed, empathizing with her companion's disappointment.
—It seems like it was yesterday...those days when we started our path, developing our skills...trying to be one of the strongest... Do you remember it, dear?
The old woman smiled, raising her gaze in a nostalgic way.
— Of course I remember, my love — he said in a sweet tone — More and more young people are questioning our way of... living.
Dominus turned his head, which was still resting on the head of the sofa.
—That's how it is my love, however it is our duty to initiate the changes, even if we cannot see the result, to promote the reforms, to leave the first rocks, otherwise ideas...thoughts...extremes will reign.
—Are you still thinking about what that sorceress said?
"For brief periods, my dear," the veteran confessed.
"You did well to contribute, even if it was monetarily," said the lady.
—It's the least I could do…some hope will sprout from any seed.
The old woman smiled.
"Our daughter will be back soon," Magnus said, changing the subject.
That changed the mood of the grandparents, however Naiara, despite the happiness it generated in her, knew that there was a possibility that this meeting would be delayed.
—So be it, my love.
—The commander ordered Cassius to return to the region. —commented the old man.
"It was to be expected," replied the shaman. "A few of us found ourselves in the eye of the hurricane."
—We must safeguard the document until the high command meets once again and seal this chapter of history — Dominus expressed dismay — The fact of not being able to trust anyone with the information under any circumstances, in a certain way ties our hands.
—Do you have an estimated date?
Magnus gave a disgruntled laugh.
—The “tentative” date, he said, doing this with his hands, is seven days from now, in the same place as the first confederation.
"It's incredible that they're so old-fashioned even for that," commented Naiara, complaining, "Time is of the essence!" —she exclaimed indignantly.
—The margin is very wide, my dear, I fear that the criminals will disappear before we go after them.
The old woman rolled her eyes.
A burly man wearing a black beret made his way from the elevator.
—Security has been reinforced, master.
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