Miércoles, 18:05 p.m, 13 de marzo del año actual (2024). Por segunda vez en lo que va de semana, ocurre otro corte eléctrico en mi ciudad; San Diego, Carabobo. La temperatura en el ambiente es sencillamente terrible. La sensación térmica es de 36 grados Celsius a la sombra, y la humedad, agobiante. Quizá, los miembros de esta comunidad, o las personas que lean este post, no conozcan bien los detalles de la crisis en Venezuela... Esta historia no va de cómo mi existencia es una porquería (porque no lo es) pero sí como el hartazgo puede llegar a afectar la psique de una persona...

Decidí no estar en casa. Como ya lo he mencionado anteriormente, no era la primera vez que debido al calor, a la temporada del año y a un montón de razones lógicas más, un servicio tan esencial para la calidad de vida de un ser humano falla reiteradamente... Salí a fotografíar el atardecer de un día sofocante. En mi mente, no podía ser la única chica indignada, frustrada y molesta con la realidad que nos toca vivir. Sin embargo, lo que noté fue la adaptación a la miseria. O lo que es lo mismo; habituarse a que nada funcione eficazmente...

Noté muchísimo que por más duras que sean las situaciones que atravesamos como país, como ciudadanos y como seres humanos; se dejan a un lado. La paz mental, predomina aún más. Éso, o que las experiencias del pasado con respecto a la lucha contra quienes nos tienen en esta situación, dejó la huella en todos. No se puede derrocar o protestar con tal desigualdad de poderes. La electricidad, el agua o cualquier servicio para mejorar nuestras vidas; falla casi que a diario. Siempre es importante, supongo, tratar de domar al estrés.

Tan sólo imagínense estar con las características que ya he mencionado y detallado, y tener que soportar sistemáticamente 4 horas de algo así... En mi vida, en ocasiones, necesitas estas ventas de catarsis; una dosis de liberación de tanto estrés y amargura. Además, el ambiente cerca de mi casa, y los colores del ocaso, contrastaba con mi realidad. Algo, que personalmente, agradezco. Si hay algo hermoso, casi siempre lo asociaré a lo que la naturaleza pueda ofrecernos...

Pero no quiero leerme cursi. Rojo, amarillo, naranja y algo de púrpura. Colores que reflejan la entrada de la noche hacia una tarde que inevitablemente tiene que "morir". Si me preguntan (que sé que no lo hacen), les confesaré que ésa hora: entre las 18:00 y las 19:00 son de mis favoritas. Hay algo que me relaja. Siempre admiro cómo ningún atardecer se parece a los que ya he visto anteriormente. Intento enfocarme en eso. Además, al ser madre, me he puesto como meta enseñarle a sobreponerse a los problemas... Necesito dejar afuera algunas cosas que me entristecen y me hacen sentir cansada y frustrada... Lamento si este post se siente lamentable o triste.