Relato: Naipe 3

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Fuente de la imagen: Pexels

Charles Vane contempló con seriedad a la mujer de elegantes atavíos rojizos que se encontraba sentada frente a él en un solitario restaurante cerca de High Street, Birmingham. El inspector de la Policía Metropolitana, quien en su juventud fue miembro de un sindicato de asesinos a sueldo, sabía que esa era la única oportunidad que tendría para detener la probable masacre que vendría a las calles de la ciudad.

Una guerra sin cuartel se había desatado en la temible Liga Dorada, una de las organizaciones de asesinos a sueldo más despiadadas que se haya conocido en los bajos mundos. Una lucha por el poder que amenazaba con involucrar a gente inocente y poner en jaque a las fuerzas del orden.

La muerte de un coleccionista de arte fue el primer indicio; el naipe con el número cero eran malas noticias para todo aquel que supiera su significado. Más personas morirían en cualquier momento, a menos que se encontrara el modo de negociar con la Liga.

Bajo esa premisa fue que el amigo de Crissy Barretta, sobrina de un amigo suyo dentro del Sindicato de Asesinos, logró contactar a Naipe 8, miembro y representante oficial de la Junta Directiva de la Liga, para que se entrevistara con Vane, cara a cara, en un lugar elegido por ella.

Pero no acudió sola, por lo que pudo deducir el inspector. Era probable que en algún punto lejano estuviera un francotirador apuntándole en la cabeza.

Asentando su taza de café en el plato pequeño, la mujer dijo con franqueza: "Voy a ir directo al grano, inspector Vane: en efecto fue el rival del nuevo líder quien asesinó a un civil al azar, con la clara intención de incriminarle. Entiendo que usted busca evitar que este conflicto absurdo convierta a la ciudad en un cementerio. La Junta Directiva hace todo lo humanamente posible para evitar que este asunto se salga de control; por desgracia, el nuevo líder y su rival no son personas que tiendan a escuchar consejos, en especial el último".

"Suena a que es alguien joven".

"Técnicamente los dos están en sus cuarenta, inspector Vane. Y el rival en particular, Naipe 3, es un maldito idiota inmaduro que se cree la última coca cola del desierto. Un berrinchudo que no ha aprendido a aceptar la derrota".

"Supongo que el nuevo Cero, de no haber ganado, habría hecho lo mismo".

"Quisiera decir que no, pero a estas alturas uno ya nunca sabe. Dígame, inspector, ¿Scotland Yard sabe de esta reunión?".

"Sí".

"¿Cuál es el trato?"

"Ustedes controlan a su muchacho y nosotros buscaremos un chivo expiatorio. Algún criminal de poca monta que haya matado con anterioridad y sea reincidente".

Asintiendo con la cabeza, Naipe 8 le dijo: "No puedo negar que es un buen trato; es justo, dado los daños que Naipe 3 es capaz de ocasionar. Lo comentaré en la Junta Directiva y se someterá a voto; si hay algo que se pueda mejorar, nos pondremos en contacto con usted".

"Estaré al pendiente", replicó Vane con cortesía.

Ambos se levantaron y estrecharon la mano. Naipe 8 fue la primera en retirarse, metiéndose en un limosina color oscuro que acaba de estacionarse. Dos minutos después, el teléfono de Vane sonó.

"Lo van a considerar", fue lo primero que comentó al responder la llamada.

"¿Crees que aceptarán el trato?", inquirió Joe Barretta, preocupado.

"No lo sé, Joe... Dios quiera que sí".

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