LE PASÓ POR PARRANDERO Y MUJERIEGO.

Juan Macario y su esposa no podían haber agarrado peor noche que esa para pelear. Los fuertes gritos de aquella mujer hacían temblar las paredes del humilde rancho.

  • A mi no me engañas Juan Macario con eso de salir esta endemoniada noche y que para jugar cartas y dominó con tus amigotes, segurito que te vas a ver con alguna del mujerero que tienes por todo este monte regao.

  • Cónchale Eloina, te digo que es verdad y allá tú si me crees o no, pero ya ensillé la bestia y no me calo más esta cantaleta.

  • Pues vete y ojalá que esta noche el pata e cabra te de un susto para que no seas tan sinverguenza.

  • Ay mija, tú como que no me conoces, por algo me llaman Juan Sin Miedo, yo no le tengo miedo a na y ni al mismísimo diablo que se me presente, es más estoy más armado que ese fulano Rambo, con mi pistolota, con mi machete y con este látigo.

  • Bueno, termínate de largar y no esperes que te tenga cena, que te la dé la fulana esa con la que te vas a revolcar esta noche.

Bueno, así era Juan Macario al que mentaban Juan sin miedo, en verdad el hombre tenía más mujeres que pelos en su cabeza, parrandero y jugador como él solo, pero esa noche, la llanera más buena de la región quería verlo y el no aguantaba dos pedías para aliviar la soledad de aquella hembra por cierto esposa de un compadre suyo pero él no tenía la culpa de que su compadre estuviera de viaje dejando a aquella bella flor llanera solita y con bastante frío, pero que esa noche pareciera que el Polo Norte se hubiera mudado para el llano, hacía un frío infernal y era la noche más negra de todas; verdad que había que tener cojones y los pantalones bien puestos para internarse en ese monte a buscar lo que no se le había perdido.

Bueno, va muy tranquilo Juan en su fiel caballo cuando de pronto lo para un paisano conocido:

  • No le digo buenas noches Juan porque esta noche en verdad está bien fea, pero mire paisanito, hágame caso y no salga esta noche o es que acaso Ud no ha escuchado que en noches como esta es que le gusta salir al ánima de la mujer que detesta a los mujeriegos porque y que según en vida se tropezó con un fulano bonitico como Ud pero que fué el que la mandó pal Cementerio porque se volvió loco con los celos de la mujer.

  • Mire paisano, no por nada me dicen Juan sin Miedo y yo no le tengo miedo a ningún muerto y si se me presenta alguno le vuelo la cabeza con mi machete y lo mato de nuevo y bien muertico que va a quedar el condenao.

  • Bueno, paisano, ya cumplí con advertirle y mejor váyase con cuidado y no agarre el camino del cementerio.

Bueno, Juan Macario ignorando el consejo de aquel vecino se internó en el monte, solo tenía cabeza para la mujer de su compadre.

De repente, aún en la negrura de la noche ve con asombro una bellísima mujer tratando de arrear una mula pero esta no se quería mover para nada y la mujer se veía realmente desesperada.

  • A Juan Macario, al ver aquella deapampanante hembra sola y en mitad de la nada como todo buen caballero sale en su auxilio:

  • Bella dama, yo que conozco de bestias, esa mula no quiere nada, si quiere yo la llevo.

  • Buen hombre, se lo voy a agradecer mucho.

  • No se apure, Usted no más dígame por que camino la llevo.

  • Bueno, buen hombre, mi casa queda pasando el cementerio.

Ah, ¡caramba! un paisano mío me dijo que no cabalgara por ahí, pero ni modo si una bombom de mujer vive por ahí es que ese sitio no es peligroso.

  • Gracias, mi señor y no le haga caso a chismes, el paso del Cementerio es sano; es más, ahí los que están son los difuntitos descansando en paz y sin meterse con nadie.

  • Bueno, mujer, móntese en la grupa de mi caballo y agárrese bien fuerte que ya va a estar en su casa y de repente hasta un buen cafecito me regala. Una cosa era lo que decía Juan y otra la que pensaba, segurito esta también caía en su lista.

Cuando van avanzando, Juan siente muy extrañado un frío mucho más intenso, pareciera que en vez de brazos aquella mujer tuviera dos tenazas de puro hielo y un extraño miedo se iba apoderando de él.

  • Y dígame, buen hombre, para donde va Ud esta dantesca noche, segurito va a verse con una fulana por ahí.

  • No, bella mujer, soy soltero y sin compromiso, no tengo perro que me ladre y Ud?

  • Bueno, yo tampoco y el último que tuve ahora está loco en un Hospital.

-Juan al escuchar esto los pelos se le pusieron de punta recordando la historia contada por el paisano pero igual trató de disimular confiando en las casualidades.

Cuando bestia y montura van entrando en el cementerio, de repente la mujer le dice a Juan.

  • Aquí me quedo yo, ni vamos para ninguna casa y mucho menos a tomar café, DESGRACIADO INFELIZ.

Cuando el hombre que no le tenía miedo a nada ve para atrás lo que tenía en la grupa de su caballo era un horrible esqueleto el cual le agarra su látigo y empieza sin piedad a descargarlo sobre el pobre hombre que en ese momento y con tanto horror y miedo no se sentía precisamente como Rambo, con cada latigazo saltaba una chispa de sangre de su cuerpo.

  • Toma desgraciado, engañador de mujeres y aquella cosa amenazaba con despedazarlo vivo.

Como un milagro, se apareció aquel paisano que con un gran crucifijo en su mano gritaba:

  • ESPANTO DEL DEMONIO, DEJA YA A ESE CRISTIANO, DEJA DE PEGARLE Y DEVUÉLVETE PARA EL INFIERNO DE DONDE VINISTES.

La horripilante creatura al ver aquella cruz iba perdiendo fuerza, ya no le pegaba al pobre y mal herido Juan y se iba convirtiendo en una gran quimera de fuego hasta que se consumió toda y lo único que quedó fue unos cuantos gramos de ceniza en el piso de aquel lúgubre lugar.

El salvador, a duras penas levantó al pobre hombre medio muerto,lo tiró sobre su caballo y lo guió hasta su casa.

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